Compañeras y compañeros: quiero manifestarles la inmensa satisfacción que
experimento, al poderlos saludar directa y personalmente, rogándoles a todos los
delegados que lleven a sus regiones este afectuoso saludo que yo hago llegar, desde
el fondo de mi corazón, a todos los peronistas del país.
Modificando mi norma de conducta, he querido llegar hasta este Congreso
Peronista como un peronista más, ya que, desde el punto de vista del Presidente de
la República, debo mantener una absoluta ecuanimidad en el aspecto político, a fin
de poder mantener un equilibrio que permita al país contar con la buena voluntad y
el apoyo, aún de la oposición política. Porque ésa es la única manera de conjugar a
la totalidad de los argentinos que necesitamos para esta hora de reconstrucción y
liberación de la patria.
Me siento feliz de ver que mis compañeros peronistas llegan hasta este Congreso a
fin de afirmar la institucionalización del Movimiento.
El Movimiento Peronista ha sido, desde su creación, una organización un tanto ‘sui
generis”, y como en todas las revoluciones, ha primado desde los primeros
momentos un sentido gregario, con una conducción perfectamente organizada en
el sentido vertical.
Así ha sido posible llegar hasta nuestros días después de treinta años de
conducción política, realizada directamente por el jefe del Movimiento y sus
órganos auxiliares en el comando de toda actividad política peronista.
Es indudable que esto obedece ya a una regla histórica en los movimientos
revolucionarios. El gregarismo es, sin duda, el factor decisivo en la promoción de
los movimientos revolucionarios, pero es necesario comprender que si eso puede
ser indispensable en los primeros tiempos de la acción de un movimiento de masas
como el nuestro, es menester pensar que su consolidación en el tiempo sólo puede
realizarse a través de una organización.
(1) LA ORGANIZACIÓN VENCE AL TIEMPO
El hombre no vence al tiempo; lo único que puede vencer al tiempo es la
organización. Por eso creo que después de treinta años de acción peronista, dentro
de un sistema gregario, es indispensable que comience a accionarse rápidamente
hacia una institucionalización que le dé al Movimiento un estado orgánico que,
como dije antes, es lo único que puede vencer al tiempo.
Desgraciadamente, ya han transcurrido muchos años para nuestro Movimiento y es
necesario ir pensando en que hay que cambiarle su sistema de conducción, para
darle una conducción institucional y orgánica, que es la que puede continuar en el
tiempo.
Cuando caímos, en el año 1955, precisamente, mi primer pensamiento fue el de
institucionalizar el Movimiento, a través de los comandos de exiliados y de una
organización con que se pudo seguir la conducción de un Movimiento, en ese
momento un tanto dispersa. También pensé durante estos dieciocho años que ya
debíamos haber realizado nuestra institucionalización, para la cual recurrí a un
sistema de simbiosis; es decir, más o menos como ocurre en la botánica, cuando se
plantan dos árboles juntos, éstos crecen y luego sale un tercero que no es ni uno ni
otro, pero que no se diferencia mucho de uno y de otro. Vale decir, mantener el
Comando Superior Peronista y dejar actuar a los órganos locales de la conducción
de nuestro Movimiento.
Entre esos dos factores, yo pensé siempre en la posibilidad de una simbiosis que
permitiera ir retirando cada día más a Perón y dejando a la institución que había de
reemplazarlo. Pero los resultados que se han obtenido en el orden de la
institucionalización no han sido muy halagüeños. Ha prevalecido el sentido
gregario de nuestros primeros tiempos. Hay que convencerse de la necesidad
absoluta de lograr la institucionalización, ya que hoy más que nunca, estando en el
Gobierno, debo prescindir, por razones de convivencia política, de mi intervención
directa en la política partidaria del Movimiento.
Hoy los peronistas tienen que ser manejados por los peronistas y no por Perón,
porque yo tengo otras funciones que son antitéticas con la intervención directa en
la acción política partidaria.
Si yo quiero poner a todos los argentinos a tono, tengo que tener un tono diferente
a todos los argentinos; o sea, una prescindencia que me permita asegurar una
ecuanimidad en todos mis procederes como Presidente de la República, a fin de
que nadie se sienta entenado en una familia en que todos deben ser hijos.
(2) PONER EN ACCIÓN LA DISCIPLINA PARTIDARIA
Sin embargo, compañeros, es necesario pensar que presenciamos algunos
espectáculos, especialmente en algunas provincias, poco edificantes para nuestro
Movimiento. Quiere decir que no es la disciplina partidaria lo que brilla en la actual
situación de nuestro Movimiento. La disciplina partidaria tiene que ponerse en
acción a través de las autoridades que, afortunadamente elegirá este congreso, que
será de una gran trascendencia para el futuro peronista.
Pienso que es indispensable que el Comando Superior Peronista desaparezca para
dejar lugar a la conducción por el Consejo Superior Peronista y todas las
dependencias de ese Consejo Superior; a través de los Consejos en las provincias, y
en las ramas en que el Movimiento Peronista se articula.
Este Congreso tiene una gran trascendencia, y pienso también que los hombres que
este congreso elija para dirigir y conducir el Movimiento Peronista, tienen una gran
responsabilidad frente al futuro del Movimiento.
Hay que pensar que yo puedo desaparecer, que por el momento soy el elemento de
aglutinación de los peronistas. Es necesario que eso se reemplace con un sentido de
solidaridad peronista; solidaridad que ha de asegurar la cohesión que, en muchos
casos, es lo que está faltando en el actual Movimiento.
Esta no es una crítica simple. Si un Movimiento multitudinario como el nuestro ha
resistido a través de dieciocho años de exilio y de intentos de destrucción, es
porque es una cosa firme y no muy fácilmente destructible.
Pero, señores, eso no ha de envanecernos, porque indudablemente los
Movimientos, como el peronista, tienen una función de inmensa trascendencia
para la nacionalidad y tienen también una tremenda responsabilidad frente a un
futuro que, en cierta medida, dependerá de lo que cada uno de nosotros seamos
capaces de hacer.
Para ganar elecciones es suficiente con tener votos. Nunca me olvido que cuando
comencé este trabajo, en 1945, un amigo conservador, que vino un día a visitarme,
me dijo: “¿Pero van ustedes a presentarse a una confrontación política? Necesitan
tener dinero y organización, y ustedes no lo tienen. ¿Cómo se van a presentar?”
Le contesté: “Yo difiero con usted; creo que para ganar una elección lo que se
necesita es tener votos”.
Efectivamente, se realizaron las elecciones y, sin dinero y sin organización,
ganamos; pero nos quedaba el rabo por desollar.
Cuando se llega al gobierno, ya los votos no sirven para gobernar; para ello se
necesitan hombres capaces y organización.
Porque la política está constituida por dos procesos: para llegar, es un proceso
cuantitativo; para gobernar, cualitativo. Con hombres solamente tampoco se llega,
aunque sean muy capaces todos, porque si no hay unidad de concepción y de
acción, aunque todos sean muy sabios y muy capaces, terminarán a los sillazos,
como a menudo sucede.
Eso lo ha logrado nuestro Movimiento desde los primeros días. Es decir, hemos
llegado a tener un Movimiento con unidad de doctrina, con unidad ideológica y que
durante treinta años ha subsistido firme en las premisas fijadas cuando nos
echamos a andar. Sólo que hoy hay algunos que se dicen peronistas, que no piensan
como pensamos doctrinariamente los peronistas de siempre.
(3) UNA SOLA CONCEPCIÓN SIN SECTARISMOS
Decía, compañeros, que, indudablemente, a todos los que se dicen peronistas y
desvarían ideológica o doctrinariamente, deberemos recomendarles que lean “La
comunidad organizada”, “La doctrina peronista”, y “Conducción Política”.
Pienso, compañeros, que dentro del peronismo, cualquiera debe pensar y sentir
como se le dé la gana, siempre que no saque los pies del plato.
Existen en el país un sinnúmero de ideologías y doctrinas diferentes. El que no esté
de acuerdo con la doctrina peronista, nadie lo obliga a que se quede con nosotros:
que se vaya. Cuando se organiza una fuerza política, es preciso que se tengan en
cuenta dos premisas: en primer lugar, que jamás debe ser sectaria y, en segundo
término, que no puede ser un movimiento -diremos, regular, orgánico y funcionalsi todos los que lo forman no tienen la misma concepción y, en consecuencia, la
unidad de acción indispensable.
Nosotros no somos un partido político sino un gran Movimiento Nacional y, como
tal, hay en él hombres de distinta extracción. Por mi parte, siempre cuento una
anécdota de algo que me sucedió en la etapa inicial de nuestro Movimiento.
Cuando empecé a organizarlo, había hombres que provenían de la derecha y, en
realidad, eran de la reacción de la derecha. Del otro lado, había unos de izquierda y
algunos, un poquito pasados de la izquierda. Pues bien: un día vino un señor de la
derecha y me dijo: “General, usted está metiendo a todos los comunistas”. “No se
aflija”, le respondí, agregando: “Yo pongo a esos para convencerlo a usted, que es
reaccionario”.
Los movimientos populares y masivos como el nuestro no pueden ser sectarios. El
sectarismo es un factor de eliminación y es poco productivo cuando en un
movimiento de masas se comienza prematuramente a eliminar a aquellos que no
piensan como el que lo forma. Vale decir, resulta necesario ver esa enorme
amplitud, sin ningún sectarismo.
Los sectarismos son para los partidos políticos, pero no para los Movimientos
Nacionales como el nuestro. Pero todo tiene su límite. Es indudable que no es
suficiente con que yo diga que soy peronista para que todos crean que lo soy,
porque en este sentido lo que uno dice no tiene el valor de lo que uno hace; y
pensamos que dentro de nuestro Movimiento, desde siempre, para conocer a un
cojo lo mejor es verlo andar.
Por eso, nosotros a priori no rechazamos a nadie. Bienvenido sea todo aquel que
quiera venir a formar parte del peronismo. En nuestro Movimiento nadie es
peronista por derecho propio, sino porque pertenece a un Movimiento. Si
pertenece al Movimiento, es peronista el que siente la ideología y la doctrina del
peronismo.
(4) GENERAR LOS PROPIOS ANTICUERPOS
Siempre hemos tenido una inmensa tolerancia, y la debemos mantener porque las
grandes organizaciones institucionales obedecen a las mismas leyes que la
organización fisiológica del individuo, por ejemplo. Si a una persona se la tiene
esterilizada, sin contaminación de ninguna clase, el día que tome contacto con los
demás, adquiere todas las enfermedades habidas y por haber, porque no tiene
defensas, ya que éstas se producen, precisamente, por el microbio que entra al
organismo, que genera sus propios anticuerpos. Por eso es que se lo vacuna a uno
para que en el futuro no vuelva a tomar la misma enfermedad.
De ahí que en los movimientos institucionales como el nuestro es necesario dejar
que entren también algunos microbios, porque éstos generan sus propios
anticuerpos y crean las autodefensas de la organización.
En la defensa de nuestras organizaciones rige el mismo principio. Si a una persona,
por cualquier causa, le aplican antibióticos, llega un momento en que estos
antibióticos no le surten ningún efecto.
En esto, no demos antibióticos; dejemos que esos gérmenes patógenos generen los
anticuerpos, que suelen entrar en nuestras organizaciones. Pero tengamos la
precaución de no dejar avanzar mucho las infecciones; porque, indudablemente,
cuando esas infecciones llegan a cierto grado no se dominan ni aun con la
penicilina.
Es necesario vivir vigilantes, como todos vivimos. No porque tengamos
autodefensas nos vamos a estrechar y a compartir con los que están enfermos de
una enfermedad contagiosa.
Es necesario mantener cierta prudencia para evitar las infecciones. En la
organización ocurre exactamente lo mismo. Tengamos cuidado con los gérmenes y
desinfectémoslos a tiempo, que eso será siempre saludable. No les temamos,
porque así como nosotros transitamos por la vida sin temor a las infecciones y a los
microbios, y supervivimos debido a que tenemos nuestras autodefensas, de la
misma manera nuestro Movimiento tiene sus autodefensas, las que se manifiestan
inmediatamente que se detecta la presencia de un germen patógeno.
Por eso, compañeros, las tareas de las organizaciones que han de conducir el
Movimiento, como las de los dirigentes que han de encuadrar su masa, necesitan
vivir vigilantes y atentos, sin extremar las cosas.
Hasta cierto punto todo es tolerable y beneficioso; más allá comienza a ser
intolerable y perjudicial.
Hay que tener el sentido de la medida y de la realidad. El que conduce no puede
apartarse jamás de esa prudencia y de esa sabiduría, que son indispensables dentro
de la responsabilidad del que ha de conducir.
La conducción por organizaciones es la más difícil de todas las conducciones. La
conducción individual, por sentido gregario, es relativamente simple, cuando hay
convicción y acatamiento. La conducción por organismos es mucho más difícil,
porque es más difícil poner de acuerdo a veinte cabezas que a una cabeza. Sin
embargo, esto es indispensable que lo hagamos, no sólo para ahora, sino también
para el futuro. Para ahora es indispensable porque estamos gobernando y, en
algunos aspectos, por falta de organización, de solidaridad y de unidad de
concepción, estamos perjudicando la unidad de acción que debe caracterizar al
Movimiento en el gobierno. No es posible dar el espectáculo que hemos dado en
algunas partes, donde los peronistas se pelean entre ellos todos los días y algunos
de los gobiernos son ineficaces porque tienen que atender más la lucha de sus
propios compañeros que las luchas que tienen que realizar para enfrentar los
problemas.
(5) LA TAREA DE ADOCTRINAMIENTO
Toda esta acción, que es compleja, terminará si nosotros desde los organismos de
dirección actuamos con capacidad y con inteligencia, desplazando a aquellos
elementos díscolos que no aceptan la disciplina de conjunto. O a aquellos
peronistas que prefieren hacer la pelea en la calle, con murmuraciones y
tumultuosamente, cuando en realidad, de verdad, los peronistas, en cenáculos
cerrados, pueden discutir y decir lo que quieran, sometiéndose después a lo que
decida la mayoría, y salir a la calle a defender todos lo que se ha resuelto, con la
misma decisión.
Salen a discutir los problemas con los demás, los que pensaban de una manera y los
que pensaban de otra, como si ellos hubieran sido los que tuvieron la iniciativa que
dictó o impuso la mayoría. En los cuerpos colegiados no hay otra conducta. Esa es
la única conducta que puede hacer posible el éxito de la conducción en cualquiera
de las tareas que ella impone.
Por eso, compañeros, creo que la tarea que tenemos por delante en el peronismo es,
precisamente, una tarea de adoctrinamiento porque, en estos años de lucha, nos
hemos apartado un poco de la doctrina que siempre hemos sostenido. Y hay
muchos que creyéndose peronistas, a lo mejor están sosteniendo todo lo contrario
de lo que nosotros venimos pensando desde hace treinta años.
En todo Movimiento como el nuestro, hay una ideología que es permanente y una
tradición que también debe ser permanente. Fuera de lo que esa tradición y esa
ideología imponen como permanente, no puede haber más que herejes para el
Movimiento.
Está bien que cambiemos los métodos de acción, que cambiemos las formas de
ejecución, pero lo que no puede cambiar es lo que desde un primer momento
hemos establecido como la gran línea directriz de nuestro Movimiento, de la cual
no debemos apartarnos, pues si nos apartamos, no somos peronistas, sino de
cualquier otra tendencia. Lo inconcebible es que digamos que somos peronistas y
hagamos todo lo contrario de lo que el peronismo viene sosteniendo desde hace
treinta años. Reitero: esto es inaceptable para nuestro Movimiento.
(6) REVOLUCIÓN EN PAZ
Los que han de conducir el Movimiento Peronista en el futuro, cuyas autoridades
saldrán de lo que decida este Congreso, deben pensar que nosotros estamos
realizando una verdadera revolución, fuera del infantilismo revolucionario, que no
es lo mismo. Estamos realizando una revolución, pero en paz, utilizando, como he
dicho yo, dos ingredientes que la revolución pone en juego, que es la sangre y el
tiempo. Si queremos ganar tiempo, gastaremos más sangre, y si queremos ahorrar
sangre, utilizaremos más tiempo. Al gasto de sangre, nosotros preferimos el gasto
de tiempo.
No vive nuestro país tiempos para acciones realizadas a la tremenda, por cuanto
tiene dos tareas que realizar: en primer término, reconstruir un país que ha sido
destruido en gran parte, comenzando por los hombres; en segundo lugar, liberar al
país, pero mediante una liberación efectiva y real, sin provocar perjuicios.
Considero que debemos tomar las cosas en la realidad. Sin embargo, hay algunos
que quieren expulsar a todas las compañías que hasta ahora han sido
multinacionales. Mientras tanto, en otro sector vecino se sostiene que no hacemos
inversiones y que los extranjeros no invierten aquí. Entonces, pregunto: ¿a cuál de
estos dos les hacemos caso? Creo que a ninguno de los dos, máxime que en lo que
se refiere a esas compañías extranjeras, nosotros tenemos el poder de decisión.
Vale decir, si ellas están de acuerdo con las leyes que ya se han dictado, deben hacer
lo que decimos nosotros. Para ello, no necesitamos expropiarías ni echarlas del
país, en virtud de que constituyen factores de desarrollo indispensables.
Los que quieren inversionistas de este tipo, ya no tienen lugar en nuestro país
porque ahora los que invertimos somos nosotros. Y si algunos extranjeros quieren
invertir, ellos serán bienvenidos siempre que obedezcan las disposiciones que
nosotros tomemos respecto a su producción.
Hace poco se ha producido un fenómeno que ha puesto en claro esta situación.
Varias empresas industriales pusieron algunos reparos para exportar a países que a
ellos no les eran gratos. Se llamó a esos señores y se les dijo: “Si son gratos o
ingratos para ustedes, eso a nosotros no nos interesa; basta que sean gratos para
nosotros”.
Entonces, en el alto nivel se planteó esta situación, pero a nosotros no nos interesó.
Hicimos los acuerdos con los países a los cuales queríamos venderles, y les
vendimos. Si estos señores se hubieran seguido oponiendo, hubiésemos tomado
otras medidas. Esto no fue necesario hacerlo, porque enseguida vinieron y dijeron:
“Sí señor, nosotros hacemos lo que dice el Gobierno”. Para nosotros eso es
suficiente.
(7) LIBERACIÓN POR LA INTELIGENCIA
Compañeros: en esto, por sobre todas las cosas, debe prevalecer la defensa de los
intereses de la Nación. La liberación no es un problema de violencia sino de
inteligencia. Los que colonial mente están sometidos, siempre es por dos causas:
unos, porque son débiles, encuentran favorable ese camino y se entregan, y otros
porque son tontos y los dominan a la fuerza. De estos dos caminos tenemos que
liberarnos.
La liberación no es un problema de salir a matar todos los días a un extranjero que
está en el país, y menos aún de recurrir al robo, al secuestro o al asesinato para
resolver problemas, porque estos se resuelven con buena voluntad, en paz y con
tranquilidad, si se sabe proceder inteligentemente.
En el Movimiento Peronista, ésta ha sido la norma; siempre hemos procedido
dentro de esos lineamientos.
En 1955 caímos porque yo aprecié que no valía la pena provocar en el país una
guerra civil que lo hubiera atrasado cincuenta o cien años y que hubiera llevado a la
muerte a uno o dos millones de argentinos, a pesar de que teníamos la fuerza
necesaria para impedirla.
Recuerdo siempre que uno de mis asesores militares -que en ese entonces actuaba
en la Secretaría de la Presidencia-, me dijo un día, un poco disgustado: “Si yo fuese
Perón, peleaba”. Le contesté: “Si yo fuera usted, a lo mejor también peleaba, pero
yo tengo la responsabilidad y sé que estos tipos de luchas intestinas no sólo matan
millones de argentinos sino que también atrasan al país por un siglo” Y si no,
veamos lo que les ha costado a quienes hicieron ese tipo de revoluciones, y lo que
han alcanzado después de hacerlas. A lo mejor han quedado peor que antes.
Señores: en esto hemos sido siempre pacifistas. Lo he declarado toda mi vida. Soy
un general, y a veces tengo que estar tirándome de la cola porque tengo todavía el
general adentro.
Esto no es cuestión de lucha cruenta ni violenta; más bien es una tarea de
construcción permanente en la cual todos debemos poner la mejor buena voluntad
para que se realice lo necesario para llegar al engrandecimiento del país y a la
felicidad del pueblo argentino. Procediendo de esta manera se evitará tener que
matar a un solo argentino.
Esa ha sido la posición de nuestro Movimiento.
Cedimos en aquella oportunidad y algunos dijeron que yo era flojo. NO! En esto, un
general que manda desde muy lejos y muere en la cama tranquilo, con un montón
de inyecciones, no es una cuestión de valor personal ni directo. Es cuesti6n de
pensar en las consecuencias y apreciar lo que será el proceso, a fin de resolver
aquello que es más conveniente para la Nación.
Nosotros sólo somos agentes de ese porvenir, de esa felicidad y de esa grandeza. Si
como agentes de eso no defendemos al país, no estamos cumpliendo con nuestro
deber, aunque para eso sea necesario despojarse de la pasión, del amor propio y de
todas esas cosas que tiene poco valor frente al futuro de la Nación.
(8) DIFUNDIR LA DOCTRINA
Compañeros: constituidas ahora las autoridades de nuestro Movimiento, espero
que dediquemos un tiempo a la difusión de nuestra doctrina, porque creo
firmemente que es indispensable hacerlo. Es así como llegaremos a la comprensión
de los problemas que el Movimiento impone; llegaremos también, a través del
conocimiento de esa doctrina, a una unidad de concepción; y a través de esa unidad
de concepción, aseguraremos también la unidad de acción peronista.
El Gobierno tiene su grave responsabilidad y no se pueden cometer actos
partidarios que pongan en peligro la defensa de esa responsabilidad por la cual
todos tenemos que preocuparnos. Por eso, muchos hechos que se han producido,
en algunas provincias especialmente nos han llevado a la necesidad de intervenir a
una de ellas. Problemas que no se han producido entre el gobierno y la oposición
política, sino entre el gobierno y los sectores peronistas, a los que ahora se les ha
dado por combatir entre ellos. ¿Por qué? Porque no combatimos contra la
oposición; es decir, parece que tienen tanta sangre torera que quieren estar todos
los días peleando.
Cuando un peronista, esté en el llano o en las organizaciones de cualquiera de las
ramas que componen el Movimiento, no está conforme con una acción de gobierno,
debe recurrir ante quien lo pueda remediar, pero no dedicarse a murmurar en la
calle y a organizar obstáculos, porque con eso no se consigue sino exacerbar los
ánimos y provocar una lucha estéril, que será aprovechada por los enemigos
políticos nuestros para acopiar influencias y para denunciar ante la opinión pública
que somos irresponsables, porque estamos peleándonos entre nosotros en vez de
cumplir la obligación para la cual hemos sido elegidos, que es la de gobernar y
gobernar bien.
(9) ORGANIZAR LAS FUERZAS DEL MOVIMIENTO
Espero, compañeros, que se concrete la organización de las fuerzas del
Movimiento, es decir, la rama política masculina, la rama política femenina y la
rama sindical, que fueron las tres grandes fuerzas que se nuclearon para formarlo y
para proyectarlo en el futuro. Se había pensado en una rama juvenil, pero los
hechos han demostrado que es una anarquía tan grande la que reina en ese sector,
que vamos a desensillar hasta que aclare.
Hasta ahora nosotros habíamos sido los que somos, y somos muchos, con las ramas
existentes, donde los muchachos se incorporaron al Partido Peronista masculino y
las muchachas al Partido Peronista femenino. Los sindicatos también tenían su
juventud, dentro de sus respectivas organizaciones. No queremos incorporar la
manzana de la discordia dentro del Movimiento.
Por esa razón, creo, y así aconsejo a las organizaciones, que es menester que nos
mantengamos con nuestras propias ramas, hasta que este panorama aclare.
La juventud es bienvenida, pero, naturalmente, no queremos que después de ser
bienvenida nos haga un bochinche dentro del Movimiento.
Ya manifesté que siento una profunda admiración por la juventud, pero es preciso
que esa juventud, al incorporarse a nuestro Movimiento, no pretenda tomar la
dirección y conducción del mismo. Somos muchos y tenemos mucha experiencia,
como para entregarnos a la improvisación que bien puede conducirnos a un
fracaso. Doctrinaria e ideológicamente nosotros no hemos tenido jamás un fracaso.
Por eso hemos resistido siempre. No me olvido nunca lo que me contaba Isabelita
después que visitara China. Un día le dijo a Chou En Lai que teníamos una
juventud maravillosa. Y éste le dijo: “Sí, pero no hay que decírselo”. Este es un
consejo de una profunda sabiduría. Tenemos una juventud maravillosa pero,
cuidado! La juventud será maravillosa si incorpora nuestra experiencia. Si hace
caso omiso a esa experiencia que nos ha costado mucho adquirir, puede producirle
al Movimiento muchas lágrimas en el futuro.
Por eso, compañeros, sigamos como hasta ahora, que no nos ha ido tan mal como
algunos creen. Sigamos firmes en nuestra posición. Los conductores del
Movimiento que han de tomar desde ahora la dirección total del mismo, deben
pensar que es necesario volver a los cánones de nuestra doctrina y de nuestra
ideología a fin de realizar una conducción sin sectarismos, pero también sin
desviaciones.
El sectarismo sería perjudicial cuantitativamente; la desviación, lo sería
cualitativamente. Evitemos los dos males. Estos sólo se evitan con una extremada
prudencia en la conducción, que dentro del Movimiento Peronista está facilitada. Y
lo está por muchos años de adoctrinamiento que tenemos los viejos, por mucha
experiencia que tenemos los viejos y los hombres maduros, por todo lo que hemos
pasado y que ha dejado una enseñanza extraordinaria. Esa experiencia no se
adquiere sino verdaderamente en el sacrificio de las cosas que han sucedido.
(10) PRUDENCIA, DISCIPLINA Y VERDAD
Compañeros: podría decir como Martín Fierro: “les doy estos consejos, que me ha
costado adquirirlos porque deseo dirigirlos; pero no alcanza mi ciencia para darles
la prudencia que precisan pa’ seguirlos”.
Finalmente, quiero despedirme de ustedes, en primer lugar, rogándoles que lleven
todo mi cariño a los compañeros de todas las regiones que ustedes representan y,
además, agradecerles la concurrencia para dilucidar estos problemas tan
importantes referidos a la conducción y encuadramiento del Movimiento; y que
ahora, en cada una de las regiones argentinas donde el justicialismo actúa, tanto en
el gobierno como fuera de él, nos Sometamos disciplinadamente a las necesidades
de dar un ejemplo como gobernantes.
No olvidemos que estamos en el gobierno, que tenemos una oposición tranquila en
los sectores políticos’, aviesa y enconada en los sectores que ocultamente trabajan
contra nosotros, algunos de ellos dentro del propio Movimiento, que son los más
peligrosos, y otros fuera de él. A todos ellos debemos desenmascararlos.
Y para combatir la capciosidad o el error, no hay nada mejor que exponer una
verdad con toda la claridad necesaria, ya que la verdad suele hablar siempre sin
artificios.
Esa es la tarea que nos debemos imponer todos los peronistas. En cada una de las
manifestaciones que se observan diariamente hay un sector que trabaja
subterráneamente contra nosotros en forma permanente.
No le temo mucho a eso, porque han mentido tanto que el castigo es el natural
ahora, cuando digan la verdad no les van a creer. Y esto lo he comprobado en mi
gran experiencia. En 1945 cuando comenzamos nuestra acción, teníamos todos los
medios de comunicación en contra, y ganamos. En 1955 teníamos todos los medios
a nuestro favor y nos echaron. En 1973 todos esos medios estaban otra vez contra
nosotros y ganamos.
De manera que hay una verdad que se abre paso entre la maraña de mentiras y
simulaciones que se esgrimen. El estar con la verdad es estar con la realidad. En
consecuencia, nosotros hemos luchado siempre por eso. Y cuando yo hube de
abandonar el gobierno, a muchos que querían resistir, les dije: “nos vamos; si
tenemos razón hemos de volver y si no, es mejor que no volvamos”.
Compañeros: el tiempo nos ha dado la razón e indudablemente, porque la teníamos
es porque sosteníamos la verdad que el tiempo, inexorablemente, ha hecho
triunfar.
Así creo que debemos conducir al Movimiento, pensando siempre en esa verdad y
en esa razón, que no ha de faltarnos nunca si queremos triunfar a la larga, que es la
única manera de triunfar.
Compañeros: muchas gracias por estos felices momentos que ustedes me han dado
de poderles hablar en vivo y en directo, como se dice ahora.