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Palabras al asumir la Presidencia

12 de octubre de 1973

Compañeros: hay circunstancias en la vida de los hombres en las cuales uno se
siente muy cerca de la Providencia.
Para mí esa circunstancia se presenta cuando tengo la inmensa satisfacción de
contemplar al pueblo. Pero hay otra satisfacción y es la tremenda responsabilidad
que representa el servir a ese pueblo. Por eso, para mí, la presente circunstancia en
que tengo frente a mí a ese pueblo al que le debo todo, es para mí un acicate para
decirle que estoy a su servicio y pedirle que me ayude a defender esa tremenda
responsabilidad manteniéndose en paz.
Cada argentino debe luchar para que la patria sea grande y lograr así la felicidad
del pueblo.
Si yo hubiera pensado solamente en lo que puedo tener de capacidad para realizar
un gobierno no hubiera aceptado. Lo he hecho porque tengo absoluta seguridad
que el pueblo argentino me acompañará con todo su esfuerzo y toda su inteligencia.
Cada argentino tiene la obligación de colaborar y trabajar cada día más.
Es precisamente esa profunda fe que tengo en el pueblo de la patria la que me ha
impulsado a aceptar la responsabilidad de conducir al país y sólo espero que todos
los argentinos, de cualquier matiz político que sean, comprendan que en la paz que
podamos mantener y en el trabajo fecundo que debemos realizar está el destino que
tenemos la obligación de defender.
Por eso, a todos los argentinos, y especialmente a los peronistas, es que les exhorto
a que pongamos desde mañana mismo toda nuestra actividad al servicio de la
reconstrucción de nuestra patria. Cada uno de nosotros tendremos en el futuro un
poco de responsabilidad si esa tarea no se realiza.
Yo y el gobierno pondremos todo nuestro empeño, pero necesitamos que todo el
pueblo ponga el suyo, ya que hoy nadie puede gobernar en el mundo sin el
concurso organizado de los pueblos. Quiero ahora dedicar unas pocas palabras a
nuestra juventud.
A esa juventud que es nuestra esperanza quiero que le llegue nuestro más profundo
cariño, junto con la exhortación más sincera de que trabaje y se capacite, porque
ella será artífice del destino con que soñamos nosotros. A ella hemos de entregar
nuestra bandera, convencidos de que con sus valores morales han de llevarla al
triunfo para la grandeza de la patria y la felicidad de este pueblo.
Quiero decirles que este gobierno inaugura hoy, siguiendo la vieja costumbre
peronista, que los primeros de mayo he de concurrir a este lugar para preguntarle
al pueblo –como hacíamos todos los años- he de presentarme yo mismo en este
lugar el primero de mayo de cada año para preguntarle al pueblo aquí reunido si
está conforme con el gobierno que realizamos.
Les agradezco a todos los compañeros que han venido hasta aquí, a esta asamblea,
histórica para nosotros, a ofrecernos la inmensa satisfacción de su presencia.
Pueden estar seguros que para mí no existe una satisfacción mayor ni gloria mayor
que este pueblo, que es el único que labra la grandeza de la Patria.
Y ahora, como ha sido siempre usual en nuestro tiempo, les pido a todos una
desconcentración tranquila y en orden. Llevando un recuerdo de un primer acto en
esta plaza, en que tengo la inmensa satisfacción de tomar contacto efectivo con el
pueblo.

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