MEMORANDUM PARA EL LIC. CARLOS A. IMBAUD
Madrid, 25 de abril de 1972
Estimado amigo:
En vísperas de su regreso a la Patria, le hago llegar algunas ideas y pensamientos
que ya fueron explicados en otras oportunidades y sobre los que conversaremos en
sus visitas a Puerta de Hierro. Muchas horas pasamos juntos platicando y trabajando y sobre esto Usted tomó algunos apuntes; ajústese a ellos y no se equivocará
en su accionar futuro.
Pronto emprenderé su mismo camino de retorno a la Patria, pondré fin al largo
exilio que tanto me duele. Sus relatos anécdotas provincianas me trajeron
recuerdos y nostalgias de una argentina oculta y no interpretada, de un Pueblo
manso que es negado y maltratado, y que, pese al tiempo y a las calumnias que han
acumulado, me sigue queriendo. Eso es lo que me obliga a trabajar y ayudar a
devolverle la paz y la felicidad. Pero Ustedes los jóvenes tienen que hacer
inconclusa, yo los apoyaré y les daré mi experiencia.
Partidos Provinciales
Con mucho interés escuché su Informe sobre el trabajo realizado para agrupar a
hombres y partidos provinciales; es un buen trabajo el que realizó, pero en base a lo
ocurrido en la reunión que hicieron en Carlos Paz infiero que allí quedó planteado
que algunos dirigentes provinciales no querrán conformar un frente o movimiento
integrador que reúna a clases y sectores, porque ellos siguen en un juego muy
pequeño y personal… Evidentemente, no cambiaron: con ellos no pierda el tiempo.
Me dijo Usted que planea a su regreso visitar las provincias e invitar a una reunión
nacional, la segunda que harían en Carlos Paz. Bien, en ella explique cuál es mi
pensamiento para la futura acción política y mis definiciones al respecto. Por su
intermedio invito a los Partidos Provinciales a incorporarse al Movimiento
Nacional, que estoy ayudando a organizar. A este gran movimiento se deben
incorporar todos los argentinos que quieran realizar lo mismo que nosotros, que
sienten las mismas inquietudes patrióticas y una coincidente pasión argentina.
Usted me consultó sobre si debían disolver sus partidos provinciales ¡No! es la
respuesta ¡Terminantemente no! Por el contrario, deben mantener su identidad
provinciana y .sus propias organizaciones, así como el sentimiento y las motivaciones federalistas que los inspira. Ustedes son parte de la Argentina más
auténtica y menos contaminada ideológicamente; culturalmente deben ser la voz y
la expresión del interior, de mis “cabecitas negras” tan queridos por mí.
Sobre este particular he dado expresas instrucciones al Doctor Cámpora, para que
incorpore en la Mesa Directiva del Frente Cívico de Liberación Nacional a Usted.
Quede claro lo que le reiteré: los votos los pongo yo, en tanto Ustedes ponen
materia gris y el sentimiento de tierra adentro. Cuando se elaboren las pautas
programáticas y planes de gobierno pongan allí y cuiden que esté presente el
sentimiento y el alma provinciana, defiendan ese espíritu criollo tan raigal y auténtico, que el puerto y los gringos tratan de sepultar con notoria injusticia, pues no
ignoran que eso es lo auténtico y lo nacional.
Movimiento Nacional
A mí no me gustó nunca hablar de “partido político”, no porque tenga nada especial
en contra de ellos; pero una serie de hechos desgraciados y circunstancias
históricas están señalando su actual deterioro. Así como palpamos la evolución de
las instituciones políticas, observamos en el pensamiento y filosofía
contemporáneos una nueva realidad, con implicancias que ya expliqué en otras
oportunidades. Me refiero a la crisis del sistema demoliberal, que nos obliga a
pensar en nuevas formas y organizaciones políticas que expresen los anhelos del
Pueblo y sirvan a la Comunidad organizada en formas renovadas, actualizadas y
más totalizadoras. Tales instrumentos cívicos deben servir como factor de unión,
de reunión y no de disputas y discrepancias.
El Frente político que propongo realizar debe ser fruto y expresión de la madurez
alcanzada por el país real. Debemos definir e impulsar una doctrina política de
raigambre argentina, inspirada y basada en nuestras realidades que suelen suscitar
enseñanzas muy fecundas; pero hay que saber ver, escuchar e interpretar al Pueblo
en sus necesidades y sentimientos y, a partir de esa verdad, elaborar los proyectos
para el futuro que queremos construir juntos y, sobre todo, solidarios.
Finalmente insisto que debe ser un movimiento de clases y sectores muy amplio,
que comprenda a la totalidad argentina, que es varia y plural; a los únicos que no
admito son a los comunistas; esos reciben directivas del exterior y se enfrentarán
con nosotros en el plano de la competencia revolucionaria. Habrá listas únicas de
candidatos, irán juntos los justicialistas y nuestros aliados.
Mesas de Trabajo
¿Mi idea sobre estas mesas de Trabajo? Una forma tan simple como elemental de
saber qué piensa, qué quiere y qué necesita el ciudadano medio; se las debe instalar
en las calles, en las fábricas, en el campo y en los pueblos, en todas partes. Basta
con una persona que las atienda y sepa conversar con la gente, mientras en su
cuaderno anota lo que le dicen, piden, reclaman, necesitan, exigen, etc. Todo este
material un tanto heteróclito. debe ser reunido y estudiado por técnicos y profesionales capacitados, que puedan procesarlos. Así se tendrá una radiografía de la
Argentina real y, sobre todo, de sus requerimientos impostergables. A partir de ese
muestreo de opinión se irá haciendo las propuestas y los planes para el futuro
gobierno. No quiero una estadística; quiero un inventario.
Retorno al país
Siento profundamente la necesidad de retornar al seno de mi país, porque pienso
que mi presencia puede operar como prenda de paz y de unidad de la familia
argentina. A mí la gente me escucha y me respeta porque he desarrollado el concepto de la infalibilidad. Pese a mis años yo aún puedo ayudar mucho a que las
cosas comiencen a andar, ser una suerte de “abuelo asesor” o de consejero
experimentado. La función de gobierno me atrae bastante menos, quizás porque he
transitado por toda la escala del poder, desde soldado raso a mariscal; pero lo
primero que hice en la Casa Rosada fue colgar mi chaqueta militar.
Cada vez me resta menos tiempo útil y la vitalidad imprescindible para emprender
una tarea que me impongo como un último sacrificio de quien no ha tenido otro,
norte que servir a su Pueblo. Además quiero morir entre los míos, rodeado por el
cariño de mi Pueblo.
Buen viaje, buena suerte y pleno éxito en las gestiones provincianas que le
encomiendo. Lo autorizo a hacer público todo lo conversado, lo planeado e, incluso,
todas las metas que explican mi propósito de retornar cuanto antes.
Me pregunta si estoy dispuesto a reunirme con quienes quieran hablar conmigo.
Desde luego, sin exclusiones. En todas las etapas de mi expatriación estuve abierto
al diálogo franco, sin reservas mentales ni segundas intenciones, hasta con mis
adversarios más recalcitrantes. Me considero un ser amortizado, más allá del bien y
del mal. Interrogue a los cien mil argentinos que han llegado a Madrid a golpear las
puertas de esta Casa y no se han sentido defraudados. Más aún hoy que se viven
momentos tan difíciles vivo persuadido que mi
contribución, así sea la última que preste, no puede ser escatimada.
Afectuosamente lo abraza.
Juan Perón