Mi estimada Señora:
A pesar de haber encargado a algunos de mis compañeros que me hicieran
espiritualmente presente en el acto de sepelio de su ilustre esposo, deseo hacerle
llegar mi homenaje, mi recuerdo y mi más sentido pésame por la desaparición de
este gran argentino.
Los que hemos luchado por los ideales que inspiraron la vida de Scalabrini Ortiz no
podremos olvidarlo, como no lo olvidarán las generaciones de argentinos que
escucharon sus enseñanzas y lucharán por hacerlas triunfar en el tiempo y en el
espacio.
Dios ha de acogerlo en la gloria que su gran espíritu conquistó y nosotros hemos de
honrar su memoria y amistad.
Le ruego quiera aceptar, con la expresión de mi mayor afecto, mi más afectuoso
saludo y consideración.
Juan Domingo Perón