Al Ejército y al Pueblo de la Nación:
Hemos llegado a los actuales momentos guiados sólo por el cumplimiento del
deber. Hemos tratado por todos los medios de respetar la Constitución y la ley. […]
Sin embargo, ni la Constitución ni la ley pueden ser superiores a la Nación misma y
a sus sagrados intereses. […] Hace varios días que intenté alejarme del gobierno si
ello era una solución para los actuales problemas políticos. Las circunstancias
públicas conocidas me lo impidieron, aunque sigo pensando e insisto en mi actitud
de ofrecer esta solución. La decisión del vicepresidente y los legisladores de seguir
mi ejemplo con la suya, impide en cierta manera la solución constitucional […]
No creo que exista en el país un hombre con suficiente predicamento para lograrlo,
lo que me impulsa a pensar en que lo realice una institución que ha sido, es será
una garantía de honradez y patriotismo: el Ejército. […] El Ejército puede hacerse
cargo de la situación, del orden, del gobierno, para buscar la pacificación de los
argentinos, antes que sea demasiado tarde, empleando para ello la forma más
adecuada y ecuánime. Creo que ello se impone para defender los intereses
superiores de la Nación y estoy persuadido de que el pueblo y el Ejército aplastarán
el levantamiento; pero el precio será demasiado cruento y perjudicial para sus
intereses permanentes. […]
Si mi espíritu de luchador me impulsa a la pelea, mi patriotismo y mi amor al
pueblo me inducen a todo renunciamiento personal. Ante la amenaza de
bombardeo a los bienes inestimables de la Nación y sus poblaciones inocentes, creo
que nadie puede dejar de deponer intereses o pasiones. Creo firmemente que esta
debe ser mi conducta y no trepido en seguir ese camino. La historia dirá si había
razón en hacerlo.