Algunos han creído que en esto se trata de una cuestión de la Iglesia o de una
cuestión de los estudiantes, o que se trata de una cuestión de otro orden. No hay tal
cosa. Aquí se trata de una cuestión política, como todas las situaciones que hemos
pasado de un tiempo a esta parte, con la diferencia de que los políticos de la
oposición han cambiado un poquito de método, lo que me admira, porque ellos
suelen andar siempre con los mismos métodos, peleándose en los comités o
preparando una revolución en los cafés. Esta vez parece que han elegido otros
lugares para preparar esta misma revolución con la que vienen soñando desde hace
diez años. Esa es la realidad.
(…)
La Iglesia no tiene nada que ver en este asunto, y yo he querido poner eso en claro,
porque para conocer un cojo lo mejor es verlo andar. Yo me he reunido con altos
dignatarios de la Iglesia, con obispos y arzobispos, también son hombres como
nosotros y como los demás, y les he planteado el problema en presencia de las
organizaciones, que son las damnificadas de ciertas acciones que desarrollan
organizaciones católicas, de las cuales yo había recibido un perentorio aviso de
cierta inquietud que se provocaba no solamente en los gremios sino en la
Confederación General Económica, en la Confederación de Profesionales, en la
Confederación General de Universitarios y en las organizaciones estudiantiles,
como así también en otras organizaciones. Les dije: “Señores, aquí hay una gran
inquietud que ustedes no pueden ni deben desconocer, porque ella es provocada
precisamente por la intromisión de algunos hombres del clero en las
organizaciones profesionales”. Eso lo hemos visto en los diarios y lo vemos todos
los días aquí, lo hemos dicho hace un rato con la misma franqueza , de manera que
no es un secreto para nadie.
Bien, les dije: “Señores, yo no sé por qué salen ahora esas organizaciones de
abogados, de médicos y de estancieros católicos. Sólo que para ser peronistas no
decimos que somos peronistas católicos; somos simplemente peronistas y dentro
de eso somos católicos, judíos, budistas, ortodoxos, etc., porque para ser peronista,
nosotros no le preguntamos a nadie a qué Dios reza. Para nosotros es lo mismo que
pertenezca a cualquier credo, siempre que sea buena persona, que es lo único que
tenemos en cuenta”. Ellos nos dieron toda la razón del mundo y declararon, en
presencia de todos los señores de la organización que estaban allí —los que son
testigos— que eran los primeros en condenar a los sacerdotes que no sabían
cumplir con su deber. Dijeron que no sólo los condenaban, sino que los señalaban
como hombres que estaban levantados contra el gobierno y también contra la
dignidad eclesiástica. Eso dijeron los prelados, y yo debo hacer honor a la palabra
de los prelados.