Un nuevo Primero de Mayo nos encuentra reunidos a los que luchamos por
hacer de nuestra hermosa tierra argentina una Nación socialmente justa,
económicamente libre y políticamente soberana.
Desfilan por nuestra imaginación y por nuestro recuerdo los días vividos a
través de las etapas reivindicatorias de la Patria que comenzaron en junio de
1943.
Primero, las reformas que fueron como la iniciación y la siembra de la simiente
que había de cristalizar y florecer a lo largo del trabajo y sudor argentino.
Después, el gobierno, nuestro gobierno, el gobierno del pueblo, el gobierno de
los descamisados, el gobierno de los pobres, de los que tienen hambre y sed de
justicia. Por eso, en esta plaza, la histórica, Plaza de Mayo de todas nuestras
epopeyas, han latido al unísono amalgamados en un solo haz todos los
corazones humildes que por ser humildes son honrados, son leales y son
sinceros.
Después, la Constitución; la Constitución justicialista, que ha hecho de la tierra
argentina una Patria sin privilegios y sin escarnios; que ha hecho del pueblo
argentino un pueblo unido, un pueblo que sirve al ideal de una nueva Argentina,
como no la han servido jamás en nuestra historia.
Esas tres etapas vividas por el pueblo argentino: la reforma, el gobierno y la
constitución argentina, nos han dado un estado de justicia y un estado de
dignidad y nosotros los transformaremos en un estado de trabajo.
Se ha dicho que sin libertad no puede haber justicia social, y yo respondo que
sin justicia social no puede haber libertad. Ustedes, compañeros, ha vivido la
larga etapa de la tan mentada libertad de la oligarquía; y yo les pregunto,
compañeros: si había antes libertad o la hay ahora. A los que afirman que hay
libertad en los pueblos donde el trabajador está explotado, yo les contesto con
las palabras de nuestros trabajadores: una hermosa libertad, la de morirse de
hambre.
Y a los que nos acusan de dictadores, he de decirles que la peor de todas las
dictaduras es la de la fatua incapacidad de los gobernantes.
Pero compañeros, cumplidas esas etapas, asegurada para los trabajadores
argentinos la justicia social, y asegurada para el pueblo argentina la igualdad
ante la Constitución y ante la ley, recordemos que nosotros, los gobernantes, ya
hemos hecho todo lo que podíamos hacer para consolidar ese estado de cosas
largamente ambicionado.
La palabra, ahora, es del pueblo argentino. Él debe mantener esa Constitución y
hacerla cumplir, y guay del que intente atravesarse por los caminos de la
obstrucción en la voluntad del pueblo.
Vuelvo en este primero de mayo frente a los trabajadores argentinos,
encontrándome en la posición más confortable en que puede estar un
gobernante, cuya síntesis puede afirmarse al decir: he sido leal con mi pueblo y,
Dios sea loado, mi pueblo a sido leal conmigo. Y al afirmar una vez más esta
lealtad y esta sinceridad entre el gobierno de los trabajadores y el pueblo
argentino, quiero recordar lo que tantas veces les he dicho desde la vieja
Secretaría de Trabajo y Previsión: “Seamos unidos, porque estando nosotros
unidos, somos invencibles, que la política no divida a los Sindicatos ni ponga a
unos contra otros porque, el interés de todos es la causa gremial de los
trabajadores por sobre todas las cosas. Para terminar, quiero que llegue a cada
uno de los compañeros de los tres millones de kilómetros cuadrados de nuestra
Patria, la persuasión absoluta de que el gobierno de los trabajadores que tengo
el honor de encabezar, ha de seguir imperturbable, paso a paso el cumplimiento
de todo su plan. Pueden tener la seguridad de que no hemos de descansar un
minuto y que, con la ayuda de ustedes, que son los encargados de crear la
grandeza y la riqueza de la Patria, organizaremos una perfecta justicia
distributiva para que el pueblo sea cada vez más feliz y nuestra Patria más
grande y más poderosa.
Compañeros: a solicitud de los jóvenes que encabezan esta concentración he de
acceder a un pedido y he de hacer, a mi vez; otro pedido a los trabajadores”.
(…)
Estoy de acuerdo, mañana es San Perón.
Ahora mi pedido: debemos reconquistar el tiempo que perdemos en las fiestas
produciendo más. Y espero, compañeros, que antes de fin de año, controlando a
los saboteadores, a las organizaciones patronales y poniendo cada uno la firme
decisión de producir, podemos sobrepasar ese diez por ciento en que estamos
por debajo de la producción en los actuales momentos. Y ahora, compañeros,
agradeciéndoles esta maravillosa concentración de hombres y de voluntades,
agradeciéndoles todo el empeño patriótico que ustedes ponen en sus labores y
en sus realizaciones, vamos a dar lugar a que los trabajadores puedan
enorgullecerse viendo aparecer las flores de la belleza argentina para coronar a
la Reina del Trabajo.
Finalmente, compañeros, en este Primero de Mayo jubiloso en nuestra tierra,
jubiloso para el pueblo argentino, les deseo a todos ustedes las mayores
felicidades y las mayores alegrías en esta vida del rudo batallar diario.