Mis queridos descamisados
Con profunda emoción y con alegría, me acerco hoy a ustedes Con emoción porque
llego a esta barriada de trabajadores argentinos a inaugurar una obra que ustedes
están reclamando desde hace 50 años y que, por ineptitud y por antipatriotismo, no
se había realizado hasta ahora. Me pregunto, ¿cómo es posible que esta barriada de
trabajadores no haya tenido agua en diez cuadras, que es una insignificancia? El
gobierno del General Perón, el gobierno de la revolución, con la colaboración del
ingeniero Caesar, convertirá en realidad todos les proyectos de ustedes.
El General Perón no viene a prometerles absolutamente nada en una campaña
preelectoral, sino que, como presidente de los argentinos, les trae realidades y trata
de satisfacer los anhelos del pueblo trabajador, que puede estar tranquilo, pues lo
que no se ha hecho en 50 años, lo está realizado paulatinamente el actual gobierno.
Todos los pedidos justos serán contemplados. Por eso, cuando el gobernador de la
provincia de Buenos Aires, Coronel Mercante, el amigo dilecto de todas las horas y
compañero leal del Coronel Perón y de los trabajadores argentinos, planteó el
problema de la falta de agua que afectaba a esta barriada, inmediatamente se
destinaron 350 millones de pesos para esas obras. Por mi parte, desde la Secretaria
de Trabajo y Previsión estoy poniendo mi grano de arena para que las obras se
realicen con prontitud. Con la colaboración del ingeniero Caesar, haremos con toda
celeridad esta obra y todas las que ya se han comenzado.
Y ustedes, mis dilectos amigos, los niños, mujeres y trabajadores argentinos,
ustedes, que saben que yo, día a día brego y lucho por llevar un poco de felicidad a
los hogares humildes; ustedes que saben que en la Secretaría de Trabajo y
Previsión estoy pura y exclusivamente al servicio de los humildes, que no me lleva
ninguna ambición que no sea la de ver a este pueblo del 17 de octubre feliz y
contento, porque tengo una obligación para con los trabajadores y para con el
pueblo argentino; ustedes, que un día que fue noche para la argentinidad, un día en
que el General Perón cayó bajo las garras de la traición, supieron reconquistarlo;
ustedes que no se dejaron llevar por las intrigas ni por la difamación de cierta
prensa, que no se dejaron presionar por los rumores de los detractores; ustedes,
que son el pueblo sufriente que fue engañado durante cincuenta años de baja
politiquería, ven ahora cómo, tanto el General como la compañera Evita, están
luchando por el ideal de la felicidad de todos.
Por eso, les pido que acompañen al General Perón con el mismo fervor con que lo
han hecho hasta ahora, pues no se sentirán defraudados, y que tengan fe en que,
tanto el General Perón como la compañera Evita, darán la vida si es preciso por la
dicha y el bienestar de todos ustedes.
No importan los enemigos que nos rodean; no importan los detractores; no
importan, incluso los colaboradores que no actúan con la eficiencia que
desearíamos. Todos estamos poniendo nuestro hombro para que este pueblo tan
castigado, al que durante cien años se le prometió todo y no se le dio nada, vaya
teniendo lo que en justicia se merece. Mi campaña de ayuda social es un anticipo de
la obra soñada e iniciada por el General Perón. Yo quisiera que ningún hogar
argentino necesitara ninguna ayuda; que nuestra Patria fuera tan feliz que nadie
tuviera que llegar hasta mí para formular ningún reclamo.