Yo pregunto a los señores diputados, cuando en plena campaña argentina, en un
pequeño rancho que azotan todos los días todos los vientos, con un pequeño capital
creado, en el cual mientras el hombre maneja la mancera del arado o campea sus
animales en plena selva, la mujer atiende a sus pequeñuelos, contribuye a tareas
como la de dar agua al pequeño rebaño, preparar la comida para todos, cuidar a sus
chicos para que no corran ningún riesgo, qué hacemos nosotros cuando obligamos
a que esa mujer se traslade junto con su marido a una cantidad de leguas para dar
su voto, qué hace cuando no puede trasladarse durante dos, tres, cuatro días, como
ocurre en muchas partes del país, porque tiene que hacerlo la víspera de un
comicio, quedarse el día del comicio, regresar al día siguiente sin tener un lugar
para alojarse o teniendo que dormir al raso como el hombre. Todo eso haciendo
abstracción absoluta de los fenómenos fisiológicos a que está sometida la mujer y a
los que no está sometido el hombre.