Compañeros estudiantes:
Es con profunda emoción que me acerco una vez más a este micrófono para
agradecer a todos ustedes el honroso título que acaban de concederme. Yo sé que
este honor me lo han concedido a mí como representante de todas las mujeres de
mi Patria, y por ello lo acepto orgullosa.
Mi labor en esta Secretaría de Trabajo y Previsión es modesta. Ustedes saben que
estoy contribuyendo con mi granito de arena para que el sueño de ese viejo coronel,
que desde esta Secretaría de Trabajo bregara por la justicia social, se vaya
realizando paulatinamente, y es por eso que hoy me siento emocionada y orgullosa
a la vez, porque, además de mis queridos descamisados, como yo los llamo
cariñosamente a todos los obreros de mi Patria, sean ustedes los estudiantes
quienes vengan a rendir este homenaje, a mí, que soy tan humilde y que sólo
procuro aliviar la situación de la masa de desheredados e injustamente pospuestos,
hasta que llegara el General Perón.
Ustedes los estudiantes, que son la esperanza de nuestra Patria, que son los que en
un futuro no lejano regirán los destinos de este hermoso país, deben ver en el
General Perón un idealista que está tratando de hacer esta Patria más justa, más
soberana y más poderosa. Mientras el timón de la Patria esté en manos del General
Perón, yo, como una descamisada más, les puedo asegurar que la Patria va segura y
firme hacia un destino más brillante aún.
Les agradezco enormemente este honor que me han concedido, y les digo con
sinceridad que me alejo con tristeza de la Patria, donde dejo tantos afectos y donde
hay tanto que hacer para ayudar a este visionario, el General Perón, que está
luchando por que la justicia social se cumpla inexorablemente, cueste lo que cueste
y caiga quien caiga.
Al ausentarme de la Patria, les dejo mi corazón, y a mi regreso, que ha de ser muy
pronto, continuaré luchando en beneficio de nuestros descamisados, porque sin
ellos no podría vivir.