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Carta a Carlos Suárez

29 de abril de 1971

Al Señor Carlos O. Suárez Madrid, 29 de abril de 1971
Buenos Aires
Querido amigo:
Con el pie en el estribo contesto su carta. He decidido hacer un viaje por el interior
de España, escapando a las visitas y los periodistas que, desde hace un mes me
tienen “a los saltos”. Con lo que ha ocurrido en la Patria y con lo que se está agitando con diversos fines desde uno y otro bando, a muchos se les está “haciendo el
campo orégano”. Pero para mí, con los cambios, no ha cambiado nada y, en
consecuencia, tampoco nosotros deberemos cambiar nada.
Existen tres empeños de lucha; la guerra revolucionaria de los muchachos
guerrilleros; una conspiración militar-popular que avanza cada día y, finalmente,
una lucha política de superficie. Tanto la primera como la segunda deben seguir su
conducta actual, es decir, “seguir dando”; la segunda hay que dejarla andar y
ayudarla porque ese puede ser uno de los conductos para terminar con la dictadura
militar que ensombrece al país y la tercera (la lucha política de superficie) hay que
seguir de acuerdo con las circunstancias.
Las tres acciones se desarrollan por cuerdas separadas, sólo coordinadas en su
objetivo final. Espero que la guerra revolucionaria sea el reaseguro de una lucha,
pero a muy largo plazo. A mediano plazo la rebelión militar-popular puede ser un
recurso valioso y la lucha política de superficie permitirá hacer el juego a la
dictadura militar que ha prometido elecciones limpias mediante un juego también
limpio, en cuyo caso, no tenemos nada que perder. En síntesis, dialogar en procura
de los objetivos previstos; mientras tanto guerra cerrada a la dictadura, para que no
pueda hacer pie en ningún momento.
Nosotros podemos proceder así porque tenemos un Movimiento que jamás ha sido
excluyente ni sectario y cada uno que lucha es un peronista en potencia aunque no
lo confiese. Otros creen que no se puede conducir sin una organización perfecta y
un Comando centralizado. En política eso es imposible porque en este campo el
orden es inexistente. En consecuencia es preciso acostumbrarse a manejar el
desorden si es preciso. A. nosotros, con tal que luche, ¿qué nos importa cómo lo
hace y dónde lo realiza? Hoy necesitamos de las tres acciones que antes le
menciono y echamos mano a las tres.
Con referencia a las promesas de la dictadura: “res non verba”. Esperamos los
hechos y ellos dirán. Hasta entonces guerra cerrada en todos los frentes. No nos
aferramos, como comprenderá, a la conducta de las demás agrupaciones políticas,
cuyos antecedentes conocemos; las utilizamos en lo posible, pero nos cuidamos
para que ellos no nos aprovechen a nosotros y, teniendo la lucha armada y en
acción, ellos están y estarán inermes. Deberán “cabrestear” porque nosotros no
estamos aún “palanqueados”.
A mi regreso le escribiré más largo. Esto es sólo un adelanto porque debo salir
dentro de unos momentos de viaje, aunque no he querido hacerlo sin hacerle llegar,
por lo menos, estas pocas palabras para que conozca la resolución tomada.
Espero poderlo abrazar pronto en la Patria. Hasta entonces, saludos a los amigos
mexicanos que habiten por allí.
Un gran abrazo.
Juan D. Perón

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