AI Sr. Bernardo Neustadt Buenos Aires, 19 de abril de 1970
Buenos Aires
Estimado Señor Neustadt:
He recibido su carta por la que según veo, ahora resulta que “deseo morir en
Buenos Aires”. Como ya le dije otra vez, en la Argentina, desde hace quince años,
cierta clase de dirigentes tiene tan poca imaginación que todo parecen basarlo en
mi muerte pero, da la casualidad que aún no se me ha ocurrido morir y, a pesar de
que tales elementos, a través de la U.P.I., me han “asesinado” ya tres veces, pienso
que sigo gozando de buena salud.
No creo que deba ser yo quien tenga que explicar mis resurrecciones, como
tampoco el que extienda su certificado de buena salud: mi médico, el doctor Don
Antonio Puigvert, al ser interrogado por las Agencias Noticiosas, dijo textualmente
en mi presencia: “que estaba macanudamente bien”.
Yo me siento así y mi abuelo solía decir que cuando un paciente se siente bien, lo
más probable es que esté bien.
Sin embargo, con estos agoreros anuncios, el número de cartas que recibo se ha
decuplicado, perdiendo así toda posibilidad de contestarlas. Por ello debo pedir
disculpas a los compañeros y amigos.
Así como nadie puede disponer su muerte, tampoco lo pueden matar a uno con la
noticia. Espero que las crónicas necrológicas, que ya han ensayado algunos diarios
con alma de lechuzas, se repitan muchas veces. Al fin y al cabo, esas son horas de
vanas alabanzas.
Entre tanto me interesa que este Primero de Mayo les llegue a los compañeros,
junto con mi saludo más afectuoso, mis mejores deseos.
Un gran abrazo.
Juan D. Perón