Sra. M. Elena G. De Montes 20 de noviembre de 1969
Córdoba
Querida compañera:
He recibido su amable carta del 4 de octubre pasado y le agradezco el recuerdo y
saludo que retribuyo con mi mayor afecto. He leído sus tan juiciosas observaciones
sobre la situación del país y nuestro Movimiento y tengo la pena de confesarle que
las comparto totalmente.
Sin embargo, sigo muy atentamente la situación argentina y aunque no me hago
muchas ilusiones sobre la forma, intuyo que nos acercamos a un desenlace que en
mucho depende de la lucha que los argentinos sean capaces de realizar, porque
tanto en el campo de nuestros adversarios como en el de nuestros compañeros,
todo parece confuso por la circunstancia de contar con demasiadas tendencias
parciales y desencontradas.
La dictadura militar ha fracasado y su Gobierno se mantiene como consecuencia de
que dos tendencias contrarias (liberales y nacionalistas) forcejean en las Fuerzas
Armadas en sentido antagónico, aunque ambas parecen tener el mismo objetivo:
sacar a Onganía. Así, el Ejército dividido y en plena deliberación, termina por
seguir siendo el sostén de la dictadura militar que, en último análisis, es la causa de
todos los males.
Numerosas fuerzas civiles y populares se encuentran empeñadas en lo mismo y,
aunque parezca anacrónico, por sus divisiones y enfrentamientos terminan, como
el Ejército, por ser un apoyo indirecto a Onganía. De estas fuerzas hay un sector,
formado por restos de algunos partidos políticos, que sueñan con reeditar a la
famosa “Unión Democrática”, esta vez con el rotulo de “Gran Movimiento
Nacional”; otro sector esta formado por diversos agrupamientos de izquierda que, a
través de grupos activistas, se han hecho presentes en las grandes ciudades del
interior. Sobre todos ellos está el movimiento Peronista que, ni ansioso ni decidido,
parece haber perdido sus condiciones de lucha. Uno de los peores males resulta así
la abundancia de dirigentes empeñados en un mismo objetivo pero que no atinan a
ponerse de acuerdo para lograrlo.
Me he cansado de cursar directivas de todo orden exhortando a la lucha, buscando
la coordinación con todos los demás que de una u otra manera combaten a la
dictadura. Pero debo confesar que he comenzado a percibir un mayor dinamismo,
aunque no es lo que debíamos esperar de un peronismo activo. Estamos entonces
buscando la manera de organizarnos para comenzar con una conducción que
rompa el actual estado de cosas. Veremos lo que podemos hacer.
Hemos charlado ampliamente con Juan Manuel y espero que él le haya contado. De
cualquier manera es preciso trabajar por levantar una moral peronista que sirva
para llevar la gente a la lucha, que es el único camino para liberar a la Patria y al
Pueblo. En este sentido, el mundo actual nos es cada día más propicio. Europa, con
sus miles de años, se encuentra en plena revolución, ¡como podremos pensar los
argentinos en una paz como la que nos ofrecen!
Nunca como ahora he deseado estar en la Patria pero, desgraciadamente, no esta el
horno para bollos. Sin embargo, más tarde o más temprano, ha de consumarse
cuanto hemos participado y propiciado nosotros desde hace ya un cuarto de siglo.
Las consecuencias de nuestra predica, aunque no nos satisfagan del todo, son
mayores que lo que nosotros mismos podemos imaginar: en 1968 se producen en
París y las grandes ciudades francesas, en los meses de mayo y junio, los
levantamientos conocidos como “Las Barricadas” y un año después, en las grandes
ciudades argentinas del interior se repite este mismo fenómeno, mientras el resto
del mundo tuvieron poco eco. Es que el peronismo ha preparado al Pueblo
Argentino en los últimos veinticinco años.
No importa que por ahora se note un poco de atonía en el espíritu revolucionario,
la dictadura militar ha de encargarse de levantarlo con sus desatinos y sus
arbitrariedades. El “castigo” que el destino viene aplicando al Pueblo Argentino, no
solo es junto, sino que también es aleccionador. Si tarda en comprenderlo peor
para él. Los dirigentes que tenemos, son producto de ese mismo mal y ellos
también han de sufrir las consecuencias de lo que provoquen. Entre tanto, los que
comprendan deben empeñarse en esclarecer la verdad para lo que cuentan con una
experiencia por demás elocuente.
La corriente revolucionaria que agita al mundo en sus cinco continentes no se
detendrá. Estamos frente a la segunda revolución mundial que, como la primera de
1789, parece haber comenzado también en “La Bastilla”. Con ella se trata de entrar
en la primera civilización universal, en cuyos umbrales nos encontramos, según la
feliz expresión de Larroque. No se lucha contra un gobierno determinado sino
contra la sociedad capitalista, la sociedad de consumo, que anhelan cambiar con la
abundancia y diversidad de bienes de consumo el contenido real de la vida. Así
decían los carteles de París el día de las barricadas.
Nuestro país, convertido en una factoría colonial del imperialismo yanqui por obra
y gracia de los gobiernos vende-patrias y consolidada por esta dictadura de
traidores a la Patria, que dicen ahora que lo gobiernan, tendrá que pagar su
inacción, porque los pueblos que no saben o no quieren defender su libertad,
merecen la esclavitud.
En todo el sentido que vengo indicando, espero que las mujeres peronistas de
Córdoba, se organicen, no importa todavía como, porque “el apetito viene
comiendo”. En este sentido también le ruego que le haga llegar a todas las
compañeras mis mejores y más afectuosos saludos. No se la actividad que haya
podido desarrollar allí la compañera Juana Larrauri, encargada de la Rama
Femenina, pero tengo confianza que lo ha de hacer porque la conozco de hace
muchos años y se que es una compañera honesta y capaz. Si todas Ustedes le
prestan su apoyo, no tengo la menor duda que le facilitaran su difícil tarea.
Le ruego que transmita mis saludos a Juan Manuel, a sus hijitos y acepte, con mi
saludo más afectuoso, mis mejores deseos.
Un gran abrazo
Juan Perón