Al Sr. Raimundo J. Ongaro Madrid, 12 de septiembre de 1969
Buenos Aires
Mi querido compañero y amigo:
Comienzo por pedirle disculpas por contestar recién su carta, pero, como es
costumbre en Europa y especialmente en España, he estado ausente de Madrid
durante el mes de agosto. Le agradezco mucho su recuerdo y su saludo así como las
informaciones que me hace llegar, como lamento la situación en que se lo tiene con
la vana intención de quebrantar su decisión y empeño de lucha por la liberación de
la Patria y del Pueblo argentino.
A pesar de la lentitud con que llegan aquí las noticias, conozco perfectamente la
prisión que, junto con Usted, sufren muchos compañeros, como consecuencia de la
lucha por la liberación que, con tanta decisión como valor, realizan. No pasan para
mí desapercibidas las actividades populares que encabezan, única manera de llevar
adelante una lucha que ya ha pasado a ser la acción de todo el Pueblo. Por eso
deseo hacerles llegar, junto con mi solidaridad, mis deseos por una pronta
liberación del atropello inaudito de una dictadura moribunda.
Cuando los pueblos reaccionan, como ha reaccionado ya el nuestro, es deber de
todo dirigente estar con él. En tales circunstancias mantenerse en la inactividad, es
perder el derecho de conducirlo. Sin embargo, tampoco hay que olvidar que los sucesos circunstanciales sólo pueden producir éxitos también circunstanciales. Los
éxitos permanentes y consolidados sólo se pueden lograr por una acción de
conjunto y permanente y, si bien las acciones esporádicas deben ser
convenientemente aprovechadas, en caso alguno deben arrastrarnos a proceder
fuera de lo que es la necesidad orgánica funcional.
Cualesquiera hayan sido las circunstancias han cumplido Ustedes con el elemental
deber de todo dirigente peronista: estar con el Pueblo y luchar por él. Por eso, si
sufren ahora la dureza de la cárcel, es una de las prisiones que honran al ciudadano, cuando éste también ennoblece su condición de tal. La Nación vive horas de
decisión y a la juventud que Ustedes representan, le corresponde el esfuerzo
humano y patriótico en procura de la liberación que el Pueblo reclama. Desertar de
ese deber no se podrá justificar.
Yo le ruego que haga llegar a todos los compañeros detenidos, junto con mi
solidaridad, mi más afectuoso saludo y encomio. Cuando se lucha por la causa que
a Ustedes los mueve nada puede ser más honroso que el sacrificio. Con lo que está
pasando en el país, pienso que está llegando la hora de la “Guerra Revolucionaria”,
de la que Brasil y Uruguay nos están dando el ejemplo pero, para ello es necesario
alcanzar una organización casi perfecta. Esta modalidad de la lucha popular, que
no es original ni nueva, es la guerra de guerrillas llevada a los centros urbanos y
realizada allí con toda clase de recursos en procura de desgastar al poder para
imponerle una decisión incruenta si es posible y si no violenta. Es una acción lenta
y larga en la que se necesita mas de la perseverancia.
La violencia dictatorial, empleada como sistema les llevará indefectiblemente a eso.
La ceguera de los hombres que han usurpado el poder en la Argentina presagia
duros días de lucha en que la violencia irá reemplazando paulatinamente a toda
otra acción, pero es preciso que recuerden los que no tienen la fuerza, que sólo
pueden vencer con la habilidad, la organización y la conducción acertada.
Le ruego que salude a los compañeros. Un gran abrazo.
Juan Perón