Señor D. Raimundo J. Ongaro 29 de noviembre de 1966
Buenos Aires
Querido compañero:
Por el compañero Mayor Vicente he recibido noticias sobre el triunfo de la Lista
Verde de la “Agrupación Gráfica”, como asimismo el cable en que me comunican la
victoria de la lista encabezada por usted y el compañero Calipo. Nos estaba
haciendo falta una noticia como ésta porque desde hace tiempo los asuntos
sindicales en el Movimiento no andaban del todo bien, como consecuencia de la
falta de unidad y solidaridad de algunos dirigentes que creen que se puede llegar a
algo trabajando “pro domo sua” en apoyo de intereses personales o de círculo.
Como si fuere posible que alguien se realizara en un Movimiento que no se realice.
Yo soy buen sastre y conozco el paño: creo que los trabajadores poco bueno pueden
esperar de la situación reinante en el país. En este caso, como casi siempre ocurre
en situaciones similares, el Pueblo será quien tenga que pagar con sacrificios y
dolores los desatinos gubernamentales cometidos durante los once años de
gobierno que han desembocado en esta especie de caos organizado.
Frente a la amenaza que surge de lo que ya hemos escuchado, todo parece que ha
de reducirse a que la clase trabajadora se ajuste el cinturón y se arremangue a
trabajar para componer los desaguisados de los once años de gorilismo
desenfrenado, empeñado en combatir y escarnecer al Pueblo. Ahora los que se
llamaron altos funcionarios y personajes políticos se percatando lo que ellos
destruyeron, muchas veces deliberadamente, sólo puede ser reconstruido por el
Pueblo. Y cargan sobre las espaldas de los trabajadores los esfuerzos y sacrificios,
pero sin resolver sus problemas para que, además de sacrificarse trabajando,
tengan que sufrir simultáneamente el azote de la necesidad. Todo parece muy
técnico como solución de la tecnocracia; pero suficientemente inhumano para que
pueda ser realizable.
Es frente a todo esto que los dirigentes sindicales tienen una grave responsabilidad
porque representan la única fuerza organizada que va quedando en el país y que
puede luchar en defensa de los verdaderos intereses del Pueblo frente a este avance
reaccionario. Por eso, me produce una gran alegría cuando contemplo triunfos
como el de los gráficos que llevan hombres sanos y capaces a la dirección de sus
organizaciones.
Nada de lo que ocurre en el país nos puede ser indiferente, porque la situación
planteada es decisiva para el destino de los argentinos y, en especial de los que
trabajan. La lucha que ha de producirse en el futuro inmediato ha de tener un
carácter decisivo porque de todo el drama que el país ha vivido en estos años, este
es el acto final. No veo, en cambio, en los dirigentes de todo orden la decisión que la
situación impone como tampoco la unidad y solidaridad que caracteriza a los
factores del éxito. Ponerse en claro sobre esto es lo más fundamental en esta hora
difícil de la vida nacional.
Le ruego que haga llegar mis saludos más afectuosos a todos los compañeros.
Un gran abrazo.
Juan Perón