Señor Don José Alonso 16 de noviembre de 1965
Buenos Aires
Mí querido amigo:
He recibido su informe del 30 de octubre y el que lo completa con fecha 2 de
noviembre próximo pasado. Muchas gracias por todo. Veo que las cosas marchan
en la misma dirección y con el mismo ritmo. Eso es un indicio bueno porque como
dicen los franceses “pas de nouvelle est bon nouvelle”. Sin embargo, aunque a mí
no me preocupan las “puñeterías” políticas porque, afortunadamente, ya estoy por
sobre de ellas, me interesa en cambio y mucho que no se dejen sentir sobre el
prestigio del Movimiento. Parece mentira que hombres grandes y que uno cree
sensatos, se porten como chiquilines, olvidando que para que los demás nos
toleren, debemos nosotros comenzar por ser tolerantes.
El asunto interno provocado por el infantilismo dominante hay que terminarlo
cuanto antes, porque de lo contrario me vería yo en la necesidad de intervenir para
poner fin a los pretextos que nuestros enemigos tienen para seguir tratando de
dividirnos mediante la campaña publicitaria, a la que damos motivo nosotros
mismos por los procedimientos que se están adoptando. Es menester que los
dirigentes se coloquen seriamente en la posición que les corresponde y que se
dediquen a trabajar para el Movimiento y no para ellos, porque de lo contrario
terminarán por desprestigiarse ante la masa que los observa y los juzga. Con
dirigentes desprestigiados al frente no iremos a ninguna parte y terminaremos por
anarquizar nuestras formaciones, con gran alegría de nuestros enemigos.
La fuerza del Peronismo ha sido precisamente por la circunstancia de ser una
fuerza orgánica en un país que todo está en plena desorganización. Si nosotros no
resistimos al afán anarquizante que domina en el Gobierno y las instituciones, poco
tardará para que seamos lo mismo que ellos: una calamidad. Si tenemos en cuenta
que la reacción está organizada y dispone de una fuerza, nos comenzaremos a
percatar del peligro que nos amenaza. Yo no creo que todos los que se empeñan,
dentro del Peronismo, en disociar, obran de buena fe, porque cualquiera se puede
dar cuenta de este peligro que menciono. Los intereses personales y de círculo
tienen su límite. Yo no me opongo a que los dirigentes se quieran encumbrar si
tienen condiciones y lo merecen, pero ello no ha de ser a costa del prestigio ni de la
eficiencia del Movimiento, como está ocurriendo.
Sobre la situación general veo, como Usted, que las cosas van bien encaminadas y
me doy cuenta que el Gobierno está amenazado de muerte porque hasta han tenido
el atrevimiento y la ingenuidad de pedirme “que le demos una mano”. Se imaginará
que, para que lleguen a eso, ha de ser porque están en los estertores finales. Por eso
creo que hay que seguir apretando de toda manera y me pone frenético pensar que,
cuando ello es preciso, nuestros dirigentes se pasan perdiendo el tiempo en sus
porquerías en vez de ponerse a trabajar en serio por la causa que nos es común.
Leo todos los recortes de las publicaciones, en especial de “El Mundo” y “La
Razón”, para darme cuenta de lo que persiguen en su campaña de provocación. Por
su lectura me doy cuenta que los Servicios de Informaciones desarrollan una
campaña con un Plan preconcebido y el objetivo de disociarnos, para lo que utilizan
los diarios y revistas con una evidente congruencia y unidad de acción, lo que
resulta peligroso si, como hasta hoy, nuestros dirigentes se dejan prender en la
campaña y producen desaguisados que no conducen a nada que no sea hacer el
caldo gordo a nuestros enemigos. Los objetivos inmediatos están claros: poner
enfrente a los gremialistas y los políticos peronistas; enfrentar a los dirigentes
peronistas con Perón tratando de aprovechar a los “peronistas sin Perón”;
anarquizar así las bases por la pérdida de prestigio de sus dirigentes; neutralizar la
acción de la C.G.T. tratando de dividirla y destruirla a través de los sindicatos por
una persecución sistemática; atraer a los dirigentes peronistas que se presten para
efectivizar todo lo anterior y utilizar a Frondizi y su gente del MIR en la misma
tarea.
Si nosotros no nos ponemos en claro y enfrentamos esta campaña con decisión y
seriedad, nos van a dar una gran lección cuyas consecuencias serán una gran
experiencia pero para cuando ya no tengamos nada que hacer. En mi concepto, en
este momento, el Gobierno está en un peligro tal que recurrirá a cualquier arbitrio
para salvarse pero, si lo logra, los que estaremos en peligro seremos nosotros si no
somos capaces de comprenderlo y reaccionar en defensa de nuestro Movimiento.
Por el camino que vamos, después de lo que acabamos de presenciar, no tendremos
salvación si no nos sacamos de encima a los que evidentemente trabajan dentro de
este plan enemigo y muchos en entendimiento con él. Tengo demasiada
experiencia como para darme cuenta cabal que las cosas que está ocurriendo no
son obra solo de las circunstancias fortuitas, sino que también intervienen
cuestiones interesadas por procedimientos deshonestos.
Usted comprende que yo, en las circunstancias actuales, no puedo ni quiero nada,
que no sea el bien de nuestro Movimiento. Miro las cosas desde una posición
absolutamente ecuánime y equidistante de todo lo que pueda ser intereses
personales y de círculo porque no me anima otro interés que el de conjunto. Estoy a
una altura de la vida en que solo el patriotismo y el bien de nuestra causa pueden
impulsarme y cuando digo cuanto antes he dicho, lo hago con la persuasión más
absoluta de que “algo está podrido en Dinamarca”. Si no sacamos este tumor a
tiempo, nos va a dar mucho que hacer. Los equivocados suelen tener remedio si son
medianamente inteligentes como para comprenderlo, pero los traidores no tienen
más remedio que alejarlos cualquiera sea el precio que haya que pagar por ello. Los
grandes males solo curan con grandes remedios.
La tarea de higiene local debe estar a cargo de los propios dirigentes que están con
las manos en la masa. Está llegando la hora decisiva y en ella no debemos tener
traidores en el Movimiento porque esos pueden ser nuestra perdición. Muchos
suelen decir que la masa está firme y que no responde más que a Perón, pero Usted
sabe que eso es relativo, desde que Perón no puede desde aquí conducir la masa si
no dispone de dirigentes honestos y capaces. Uno solo de ellos que defeccione, por
incapacidad o por traición, es suficiente para hacernos fracasar cualquier cosa. En
la campaña que el Gobierno desarrolla para disociarnos está la propia evidencia de
cuanto le vengo diciendo: ¿quién es el que informa al periodismo enemigo de
cuanto ocurre en las reuniones secretas de los organismos? Usted comprende que
solo puede hacer esto el que esté en la traición. Luego hay traidores. Todos deben
saber quienes son.
En cuanto a la acción de los militares, ya sean azules, como gorilas o violetas, no
tengo mucha fe por ahora. Los azules porque no se animarán a sacar las fuerzas a la
calle y los demás porque carecen de fuerza y tampoco querrán jugar una carta que
dé motivo a los azules para intervenir en defensa de la legalidad. Sin embargo,
existe un “entourage” de radicales de Balbín, conservadores, gorilas y marinos, que
están agazapados en espera de la oportunidad: esos son los más peligrosos si, como
espero, el Gobierno de Illia cae solo por inoperancia culposa. Hay en todo esto algo
que no está claro. Aparentemente el Gobierno, compuesto de radicales de Illia y
gorilas, está colocado evidentemente frente los azules de Onganía. Los radicales de
Balbín, marinos, conservadores y gorilas organizados y con Comandos Civiles,
observan lo que pasa y solo aparecen de cuando en cuando unos pocos, aunque
sabemos que la organización existe. ¿Qué está entonces pasando?
En estos momentos el Peronismo necesita un verdadero Comando de Operaciones
para informarse, apreciar, resolver y realizar lo que sea necesario para enfrentar a
todas estas organizaciones de la manera más efectiva, con unidad de concepción y
de acción, con una planificación perfecta de objetivos claros y precisos, que nos
permita pensar que frente a un enemigo activo, nosotros también disponemos de
una actividad permanente. En cambio, por lo que sé yo, disponemos de un
organismo de conducción que pierde su tiempo en declaraciones intrascendentes e
inoperantes que, “por casualidad”, favorece también a los planes de los enemigos y
dentro del cual hay personas que se encargan de informar a ese enemigo sobre las
cosas que se tratan y las estupideces que se dicen para que ellos puedan sacar la
mayor ventaja para su empeño. ¿No le parece, querido Alonso, que así las cosas no
pueden seguir?
No es que yo me amargue, como dice Usted, porque ya soy en estas cosas una
suerte de fakir, pero me interesa que llamemos las cosas por su nombre, ya que no
nos vamos a estar tirando la suerte entre gitanos. Todos sabemos lo que está
pasando: hay ambiciones, que yo las justifico, las acepto y las encomio porque con
hombres sin justas ambiciones, no iremos a ninguna parte. De manera que lo malo
no está en que los dirigentes ambicionen sino en las formas de ejecución con que
esos dirigentes quieren satisfacer esas ambiciones. Yo le entregaría hoy mismo el
Movimiento Peronista a un dirigente que me pudiera asegurar que no lo destruiría
y sería obedecido por la masa porque, como imaginará, ya estoy en condiciones de
jubilarme, para ocuparme de otras cosas muy importantes que tengo entre manos
como el “Movimiento de Liberación Latino Americano” que se encuentra en plena
marcha. Con las manos libres y sin la persecución de los embajadores argentinos,
podría viajar tranquilo y realizar una obra continental que me tiene entusiasmado.
Si ya no he anunciado mi retiro de la política activa en mi país, ha sido porque
pienso que todavía soy indispensable para mantener la cohesión de nuestro
Movimiento. Que más querría yo que apareciera un hombre que me reemplazara o
que el Movimiento se institucionalizara en garantía de un futuro mejor.
El viaje de Isabelita sé que ha sido de un éxito extraordinario en las provincias
porque he recibido cartas a montones en las que me relatan los compañeros de
Córdoba, Mendoza, San Juan, Tucumán y Chaco. Su misión ha sido precisamente
ésa: levantar un poco el ánimo, que lo presentía un poco decaído en todas partes. Si
ha llenado su objeto me doy por satisfecho.
Me alegro mucho que a su Señora esposa le haya ido tan bien en la operación y le
ruego que le haga llegar, junto con mi saludo más afectuoso, mi enhorabuena por
ello. Lo mismo que haga llegar mis saludos a los pibes.
Espero y anhelo que las cosas de la C.G.T. sigan bien y metiendo. Un agente de Illia
llegó hasta aquí y con el Embajador Argentino en Madrid tomaron contacto
conmigo. Me preguntaron qué había que hacer para arreglar la situación. Yo les
contesté que, en mi concepto, todo lo ocurrido había sido provocado por ellos y que
debían proceder cuanto antes: primero, a dejar sin efecto las inconsultas medidas
tomadas con los gremios y la C.G.T. y, segundo, sacar del Gobierno a los agentes
gorilas de provocación que, como el Ministro de Trabajo, están saboteando desde
dentro del Gobierno mismo la marcha. Quedaron en comunicarlo. No sé si lo
habrán hecho.
Saludos a todos los compañeros de la C.G.T.
Un gran abrazo.
Juan Perón