Al Señor Ricardo J. Maurente Madrid, 1º de diciembre de 1963
Buenos Aires
Querido compañero:
Por mano y amabilidad del compañero Dr. Saadi he recibido su carta del 18 de
noviembre ppdo. y le agradezco su recuerdo y su saludo, que retribuyo con mi
mayor afecto.
Me da Usted una gran alegría al informarme que los cuadros de la “Alianza
Libertadora Nacionalista” se han remozado en la actualidad porque sabemos, por
experiencia, que las formaciones valen por sus dirigentes, y es preciso reconocer
que la A.L.N., desde hace tiempo, ha carecido de una unidad de comando
indispensable para asegurar la unidad de acción y la continuidad en el esfuerzo, tan
indispensables cuando se lucha con enemigos tan enconados y contumaces como
los que nosotros venimos enfrentando desde hace tanto tiempo.
Los Movimientos como el nuestro, si necesitan de realizadores que lleven adelante
la acción, no necesitan menos de predicadores que realicen las tareas de
reafirmación ideológica y doctrinaria. Por eso es tan importante que la A.L.N.
disponga, en su encuadramiento, de hombres capacitados y convencidos para llevar
a las bases los lineamientos irrenunciables de los ideales que sostenemos. Encomio
así el trabajo que realizan y estoy persuadido de la necesidad de que la A.L.N.
desarrolle su misión comenzando por la prédica doctrinaria que la irá afianzando
anímicamente en el Movimiento. Ello permitirá que el concepto de que goza se
purifique y engrandezca, cuestión muy indispensable para las formaciones de
lucha.
Creo que ese trabajo es, por ahora, lo más importante, ya que en la reestructuración
de nuestro Movimiento será necesario calar hondo en las bases mediante el
adoctrinamiento como para reforzar las convicciones individuales que nos
mantengan unidos y solidarios en la misión que nos hemos impuesto. Más tarde,
cuando la hora de la lucha llegue, se necesitará una organización y preparación, que
nada impide que se realice al mismo tiempo que se cumple la tarea anterior.
Le ruego que haga llegar mis más afectuosos saludos a todos los camaradas de la
A.L.N. con mi recuerdo más cariñoso.
Un gran abrazo.
Juan D. Perón