A los compañeros de las 62 Organizaciones 09 de septiembre de 1963
Buenos Aires
Mis queridos compañeros:
Después de la partida de los compañeros dirigentes que se reunieron conmigo en
ésta, he recibido la comunicación de Las 62 Organizaciones, en la que me
comunican Uds. la información correspondiente a las actividades, inquietudes y
situación del momento. Espero que la llegada allí de esos dirigentes les haya
permitido tener una idea completa de lo que tratamos aquí sobre los asuntos que
interesan a nuestras organizaciones políticas y sindicales. El compañero Framini
debe haberles informado exhaustivamente y tomado contacto con ustedes a los
efectos de realizar todo en el mejor entendimiento y colaboración. Otro tanto digo
con referencia a la compañera Parodi. Espero que no existan dificultades porque lo
que se busca precisamente, es organizar todo allí sin fricciones ni enfrentamientos
que, fuera de toda duda, es lo que buscan nuestros enemigos.
Espero también que el compañero Vandor haya recibido mi carta contestación de
una suya que me llegó por intermedio de la compañera Delia Parodi, como
asimismo esa contestación sea ya de conocimiento de los compañeros de Las 62
Organizaciones. Indudablemente el momento es delicado para nuestras
formaciones de superficie, porque no debemos dudar que nuestros enemigos, que
ya han intentado disociarnos mediante la violencia o el engaño, volverán a
intentarlo por los medios que sean y, si nosotros no presentamos un frente
granítico, unido y solidario, nos pueden hacer un “agujero” en cualquier momento.
Por eso la responsabilidad de los dirigentes peronistas en estos momentos es muy
grande frente a ésa y otras amenazas que la situación creada nos está mostrando
con claridad. Nunca han necesitado de un mayor sentido de grandeza y de
desprendimiento, de una mayor unidad y solidaridad peronista ni de la mayor
comprensión, entendimiento y colaboración. Lo que importa salvar es la unidad
partidaria. Los intereses de círculo y personales, no pueden contar en la situación
actual, porque solo el triunfo del Movimiento puede representar el triunfo de los
peronistas. Nadie escapará al derrumbé si, por errores nuestros, el Movimiento
Peronista llega a caer en la disociación.
Toda la fuerza del Peronismo está indudablemente en las bases y la propaganda
enemiga está decidida a minar esas bases aprovechando la más mínima disensión
que se produzca entre los dirigentes peronistas, tanto en la línea política como en la
sindical. Terminadas las elecciones del 7 de julio, esa propaganda capciosa e
interesada, se ha dirigido especialmente a hacer aparecer este acto electoral como
una derrota peronista, a pesar que ellos saben mejor que nosotros que todo ha sido
producto del fraude y de la arbitrariedad. Algunos peronistas, con buena o mala
intención, se han prestado a esa capciosa propaganda derrotista, atacando a
nuestros dirigentes y creando ficticiamente un clima de desconcierto,
incertidumbre y alcahuetería sistemática que nos perjudica grandemente en la
unidad. Es preciso entonces proceder de la mejor manera que sea posible para
neutralizar esa campaña y destruir los efectos perniciosos de la propaganda
derrotista. Para ello lo primero que debemos hacer es ponernos de acuerdo todos
los dirigentes para proceder en forma inteligente y atinada, en una acción de
conjunto bien planteada y realizada en la mayor colaboración y cooperación
posible. Es para dar lugar a eso que he dispuesto la reestructuración y
reorganización de las formaciones peronistas de superficie, dando así lugar para
que todos ustedes en perfecto acuerdo lleguen a las bases y trabajen acertada y
convenientemente.
Sobre las formas de ejecución, sólo he indicado procedimientos generales que me
han parecido a mí los más justos y convenientes a fin de que ustedes, los dirigentes,
realicen las cosas de la mejor manera para asegurar antes que nada, la unión y
solidaridad de los peronistas. No se me escapa que no todos estarán de acuerdo con
lo ordenado, pero creo que la masa peronista, espera desde hace años una medida
semejante que siempre he auspiciado pero que debido a las condiciones en que se
luchaba no había sido posible hasta ahora, en que este período de aflojamiento de
la tensión política, permite dedicarnos a reestructurar nuestras organizaciones,
haciendo lo que la masa quiera, porque no debemos olvidar que el fuerte peronista
ha estado siempre en sus bases. Es allí donde debemos satisfacer los deseos y
afirmar nuestro predicamento, porque de lo contrario haremos el juego al que nos
quieren llevar nuestros enemigos.
Pero esta reestructuración no ha de hacerse pensando en que los dirigentes que han
estado al frente de las organizaciones no han cumplido con su deber, porque ello
sería injusto en primer término, y porque con ello daríamos el gusto a nuestros
enemigos, favoreciendo su propaganda y su calumnia. Hay que reorganizar el
Movimiento para dar ocasión a que todos los Peronistas puedan tener su actuación
y su ocasión, como asimismo hacer real aquello de que cada peronista lleva el
bastón de mariscal en su mochila, dando también ocasión a la juventud a que salga
a la palestra y luche como sólo la juventud sabe hacerlo. Si nosotros por egoísmo,
cerramos el paso a nuestra juventud, renunciaríamos a nuestro porvenir.
Nuestra mayor satisfacción de viejos dirigentes ha de ser la de ayudar a que
nuestros muchachos nos superen para bien del Movimiento y nuestra obligación
presente ha de ser también la de asegurar el mejor encuadramiento futuro para
nuestras formaciones políticas y sindicales, en la que se descarten los tránsfugas
conocidos, se afirmen los dirigentes capacitados y se dé cabida a los nuevos valores
que sean capaces de llevar adelante la lucha en que estamos empeñados y cumplir
la misión que nos hemos impuesto.
Con el pensamiento puesto en estos elevados fines, es que debemos encarar todos
la reorganización; siendo así, no puede haber rivalidades ni fricciones que no
fueran inspiradas por móviles inconfesables, que no deben existir en nuestras filas.
Yo estoy persuadido en absoluto que en el Peronismo no existen semejantes
ambiciones ni intereses y que todo se puede hacer con la grandeza y la honestidad
que siempre hemos tratado de mantener en el Peronismo. Por eso, creo firmemente
que si todos ustedes se ponen de acuerdo para realizar la reestructuración
inspirada en estos principios, no sólo no puede haber dificultades, sino que
cualquiera que surja por la intervención de factores ajenos, puede ser superada sin
mayores esfuerzos mediante unión y colaboración de los que proceden con
honestidad y desprendimiento. Hay que defender por sobre todo al Movimiento y
dentro de él la unidad y solidaridad, sin las cuáles nada será posible en la futura
lucha.
Finalmente, yo sólo les pido a todos que se pongan de acuerdo antes de comenzar
la tarea y luego, en la mayor armonía y cooperación, se dediquen lo que más
convenga al Movimiento. Si ello se cumple todos tendremos que agradecerles a los
dirigentes las ventajas que en el futuro afirmen la existencia y la acción de todo el
Movimiento Peronista.
Sobre el viaje que los compañeros me anuncian para tratar conmigo las cuestiones
pendientes, que me citan en su comunicación que contesto, si lo consideran
necesario en las actuales circunstancias, y a pesar de cuanto aquí les digo y lo que
les habrán informado los compañeros que estuvieron conmigo antes, yo los espero
con todo gusto, como siempre.
Les ruego que trasmitan mis más afectuosos saludos a todos los compañeros.
Un gran abrazo.