Al compañero Jorge Di Pascuale 07 de abril de 1962
Buenos Aires
Mi querido amigo:
Ha llegado hasta mí la especie de que se encuentra Usted un tanto deprimido por la
circunstancia de haber llegado a Madrid en un momento difícil e inoportuno. Todo
eso debe desaparecer en su espíritu, porque la conducción tiene sus exigencias a las
cuales todos estamos sometidos.
En el momento de su visita no estaba yo en condiciones de manifestar a nadie lo
que estábamos realizando, porque el secreto de los planes es la condición
indispensable cuando se desea alcanzar una victoria sobre un enemigo tan
insidioso y mañero como el que nos ha tocado en suerte.
En esa ocasión de su visita yo estaba pensando lo mismo que pensaba Usted; pero
por razones que Usted se explicará debía manifestarle lo contrario. Piense Usted lo
que pudo haber ocurrido si nuestros enemigos hubieran sabido un mes antes lo que
se les venía encima.
A ese mañoso enemigo que hacía todo lo posible por embarullarnos no había otro
remedio que someterlo. Ellos debían pensar hasta el último momento que nosotros
no iríamos a elecciones. Yo, por mi lado, se lo había hecho creer así.
Con esto considero que se explicará todo. Cuando Usted en política desee mantener
un secreto, no se lo diga a nadie o diga a todos lo contrario, hasta el momento
oportuno de decir la verdad, que llega desde el instante en que el enemigo no está
en tiempo de tomar contramedidas.
Yo lo conozco a Usted más de lo que se imagina, sé de su lealtad y, a pesar de los
15.000 kilómetros que median, sigo su actuación en el Consejo y en el Movimiento.
No se preocupe Usted por lo ocurrido y sepa de mi gran aprecio y consideración.
Un abrazo.
Juan Perón