Querido compañero Alhaja: 18 de agosto de 1961
Con gran emoción humana y revolucionaria recibimos su carta del 23 de junio.
También, por intermedio de un argentino que estuvo preso en el penal de
Viedma tuvimos noticias de Mena y Oliva. En todo este tiempo no ha pasado por
acá un compatriota identificado con Cuba y que entienda el problema argentino
al cual no le hayamos pedido que no se movilizara por ellos. Les escribimos
inclusive por intermedio de abogados de confianza para que se comunicaran con
ellos. Por fin ahora, por intermedio del camarada P., que es quien estuvo con
ellos, tenemos noticias directas de ambos y de Olga, de quien sabemos que está
bien, que no la molestan, y que tiene un chiquito que sin duda saldrá un
revolucionario de primer orden, nacido de esos padres, y en estos tiempos. Para
ella y para el chiquito, así como para todos los heroicos compañeros que hoy
sufren cárcel y persecución por plantear por primera vez una forma
definitivamente revolucionaria de lucha en el país, nuestro más entrañable
afecto y nuestro constante recuerdo.
Alhaja, si quizás usted estuvo con un compañero abogado del Partido Socialista
Argentino, abogado, defensor de presos, el compañero Elías Semán, que anduvo
por acá un tiempo largo, sabrá cuales fueron los inconvenientes insalvables
entonces, por lo menos para nosotros, para que usted y otros compañeros
pudieran venir acá. Puede usted buscarlo y hablar con él.
Muchos los llamaron, sin duda alguna “aventureros”. Yo quisiera saber qué
hicieron en concreto los que eso dicen. En la lucha revolucionaria siempre es
igual. El que triunfa es un héroe nacional; el derrotado es un provocador. La
historia, por lo demás, la escriben los triunfadores. Si Lenin no hubiera tomado
el poder en Octubre hubiera quedado como un espía alemán. Si Fidel no hubiese
triunfado en Sierra Maestra, dirían de él hoy que fue un loquito, niño bien, que
desató la represión contra el movimiento obrero. Eso no quiere decir, como
usted bien expresa, que no haya que sacar conclusiones y experiencia. Si el
núcleo inicial se hubiera podido consolidar, quizás otra sería la situación del
país hoy, aunque la lucha no hubiera concluido y aun cuando después de un
tiempo los hubieran aniquilado. Ustedes intentaron ser “el motor pequeño que
pusiera en movimiento, que desencadenara, que largara a andar al grande”,
para decirlo con palabras de Fidel al referirse a ellos mismos al embarcarse en el
Granma. Es indudable, sin embargo, que un núcleo inicial, por pequeño que sea,
debe tener disciplina militar rígida, una dirección política UNICA e indiscutida,
una organización vertical sin vacilaciones. Y usted recuerda que no fue así. Cada
vivo quería la paternidad, cada sector la dirección política, y eso se aceptó a
pesar de que, a ojos vista, era un error grave. Pero no es el momento de estar
echando nada en cara, porque lo importante, lo fundamental, es que la
experiencia fue válida y también fue heroica, y ojalá todos los doctores en
revolución del país tuvieran la mitad del espíritu heroico, de la resolución, de la
clara visión en cuanto a la concepción del problema, que ustedes tuvieron.
El hecho de tener que moverse dentro –principalmente- de un movimiento
inmenso pero inorgánico, en el cual muy pocos dirigentes tenían o tienen una
visión más o menos claras de las cosas, y sí ambiciones suicidas en cantidades
agobiadoras, hizo todo muy difícil por no decir intransitable.
Por lo que usted me dice, comprendo que están formando cuadros y dando
instrucción tanto doctrinaria como específicamente militar. Eso es lo que
corresponde, a mi entender. La difusión de la Revolución Cubana, no su
aprovechamiento, ayudará enormemente a crear en el país, sobre todo en
grupos juveniles, la idea de cuál es la salida, cualesquiera sean las
combinaciones electorales actuales, combinaciones que nada lograrán.
Mi comunicación con ustedes ha sido hasta ahora imposible. Por primera vez,
por intermedio de Tristán, recibo una carta suya. En una oportunidad Alicia les
envió a Montevideo una carta de 40 carillas explicándoles este proceso hasta
fines del año pasado. No sé si usted alcanzó a leerla. Desde entonces a ahora el
proceso se profundizó inmensamente, y las circunstancias mundiales se han
tornado incalculablemente favorables.
Los americanos no pueden voltear una revolución socialista a 90 millas de sus
costas. Quiere decir mucho, como casi lo más importante para nosotros. Los
países socialistas no abandonan sino que se juegan en la defensa de los
movimientos de liberación en América Latina. Quiere decir algo tan importante
como lo anterior. Las juventudes de todos los partidos, y fuertes sectores aun de
los partidos tradicionales comienzan a tener la clara visión de que el ajedrez
electoral no resuelve nada, y que tampoco nada se puede resolver en el país si
las masas peronistas no se movilizan revolucionariamente. El mundo del ‘61 no
es el del ‘55, ni siquiera el del ‘59. Saltando el cerco doméstico de las pequeñas
cosas que todo lo nublan, el panorama de todas partes se aclara rápidamente y
positivamente en el sentido de las revoluciones populares. ¿Qué hacer entonces?
Pues construir la vanguardia de la revolución para realizar la insurrección
popular, por un método, por otro, o por varios combinados. Pero lo
fundamental es tener cuadros, y muchos cuadros, porque en la lucha se
necesitará mucha gente y segura, y disciplinada, y con experiencia, que es lo que
todos vamos adquiriendo. No hay que tener temor de decirle las verdades al
pueblo, y debemos destruir el terrorismo ideológico que pretenden imponernos
nuestros enemigos, así como la pasividad y el pacifismo de nuestros aliados en
la lucha contra el imperialismo. Pacifismo puramente local, por otro lado,
porque esa no es la línea en otros países, y eso poco tiene que ver con el
marxismo leninismo. No hay que tropezar con ninguno de esos dos muros, y no
hacer concesiones, sino tácticas. Cuando se tiene un estado mayor, es decir
cuadros esclarecidos y disciplinados, y una línea estratégica clara, se pueden y
se deben hacer todas las concesiones tácticas necesarias.
Mi querido compañero, mi querido hermano, permítame que así lo llame
porque así lo siento, así lo sentimos a usted y a todos ustedes, porque el primer
sentimiento que debe unir a los compañeros revolucionarios es una fraternidad
profunda y más honda que cualquier otro sentimiento afectivo; la revolución
social, es decir, la revolución socialista, avanza rápidamente en el Continente a
partir de Cuba. La diferencia está en si la hace esta generación o llega
aburridamente en una vuelta del cohete de Gagarin o de Titov. De cualquier
manera llegará.
Pero nosotros la queremos en esta generación, y peleada con sangre criolla.
Intentaré nuevamente el viaje de ustedes. Por lo menos de usted y de algún otro
compañero que usted indique. Esta es, sería para todos ustedes una experiencia
demasiado preciosa, demasiado inmensa como para que nos resignemos a que
no la realicen. Aquí aprenderán en muy poco tiempo lo que durante años no
podrán aprender allá ni en ninguna parte, me atrevo a decir, porque esta es la
revolución social en español, el socialismo en Latinoamérica y surgido de la
tierra, con un vigor, con un sentido heroico, con un feroz sentimiento nacional
como pocas veces se ha dado en el mundo. No quiero prometer cosas que no
dependen de mí. No le puedo decir: prepárense para venir a Cuba porque no
tengo la absoluta certeza de conseguirlo. Pero de todos modos le digo que usted,
y dos o tres de los mejores muchachos consigan pasaporte, con el nombre que
sea, que se estén en contacto con Tristán, que intentaremos nuevamente. Si
tuvieran que comunicarse con nosotros, pueden hacerlo a nombre de: PRIMON
DEL CASTILLO. NEPTUNO 973. LA HABANA. CUBA/ La carta debe ser
despachada de Montevideo. Tan pronto como tengan los nombres de los
pasaportes, háganlo, por favor.
Le envío un trabajo, aunque primera redacción, que es útil que lo lean,
comenten y difundan. Es un programa para el movimiento. Es importante que
lo hagan conocer, porque clarificar el nivel ideológico del pueblo es fundamental
para toda nuestra lucha. Si el pueblo no entiende, cuando llegue el momento de
cualquier forma de lucha, o bien no la hará, o más adelante se presentarán
inconvenientes insalvables. También le envío colecciones de OBRA
REVOLUCIONARIA. No son discursos políticos. Cada discurso (deben ser
leídos en orden) es una explicación, un desarrollo, un anuncio de una ley
revolucionaria. Siguiéndolos, pueden ustedes estudiar analíticamente este
proceso que será el de toda nuestra América, ya que toda revolución, a esta
altura del proceso, es socialista.
Estoy terminando otro trabajo que se llamará: CUBA, INFORME A LAS BASES
PERONISTAS. También se lo haré llegar.
Hágame saber si recibió esta carta, y le seguiré escribiendo. Tengo la esperanza
de tenerlos pronto por acá. Un abrazo muy afectuoso de Alicia y de
John W. Cooke