Al Sr. Olmedo Ciudad Trujillo, 11 de abril de 1959
Mi querido amigo Olmedo:
Lamento informarle que no he recibido la carta que Usted me menciona, y que
puso en manos de Paladino. La explicación de este hecho es muy sencilla: el
mencionado no ha estado por aquí y hace más de un año que no lo veo. En
consecuencia, y si Usted lo cree interesante, le ruego me haga llegar una copia.
Su carta fechada el 3 de abril, con la apreciación adjunta, me ha parecido
sumamente relevante y he tomado las debidas disposiciones para que el Consejo se
oriente de acuerdo con estos puntos de vista, que coinciden plenamente con los
míos sobre ese desdichado problema.
Los que no tienen el mínimo de grandeza indispensable para asumir la
responsabilidad que corresponde a un dirigente de nuestro Movimiento deben ser
radiados de nuestras filas, porque fatalmente terminarán por querer servirse del
Pueblo para satisfacer sus mezquinos intereses personales o de círculo ¡Si antes de
cazar la liebre ya están repartiéndosela, qué no harían con el poder en las manos! Si
estos ambiciosos tienen reales merecimientos, entre los cuales no ha de ser el
menor la lealtad para con la masa, habría que hacer con ellos lo que Usted sugiere:
crearles la actividad que no perjudique a la conducción. En fin, reitérale que sus
juicios al respecto me parecen muy atinados. Veremos si más recomendaciones,
más enérgicas esta vez, dan los resultados que todos esperamos. Abrigo esperanzas
de que así será. El compañero Campos lleva mis instrucciones en ese sentido. Si
Usted conversa con él se interiorizará de las directivas que pueden interesarle y
acerca de las cuales no abundo en detalles porque, como ocurre siempre, los
emisarios no han terminado de llegar que ya están preparándose para partir, y yo
debo resolver un cuantioso trabajo en reducidísimo tiempo.
A la espera de sus noticias, y con mis mejores deseos, le hago llegar un gran abrazo.
Juan D. Perón