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Carta a Enrique Olmedo

12 de septiembre de 1956

Señor Doctor D. Enrique Olmedo Caracas, 12 de setiembre de 1956
Montevideo
Mi querido amigo:
Contesto su carta del 6 de setiembre ppdo. que recibo en este momento. Le
agradezco sus amables palabras y su recuerdo que retribuyo con mi más grande
afecto. Ignoraba que Usted se encontrara en Montevideo, a pesar de que sabía por
los muchachos que estaba Usted entreverado en lo del 9 de Junio.
Me alegra coincidir con Usted en todo cuanto me dice en su carta. Yo vengo
sosteniendo lo mismo desde hace ocho meses y, en mi libro, ya lo sostengo hace
casi diez meses. Los tontos que andan levantando banderas de pacificación se van a
llevar un buen chasco, si es que lo piensan sinceramente. Es muy fácil hablar de paz
después de haber asesinado a mansalva, de haber masacrado al Pueblo, fusilado a
los ciudadanos, perseguido a todos, encarcelado, torturado, escarnecido, etc.; pero
cuando el odio y el deseo de venganza acumulado por las infamias de la canalla
dictatorial salgan a la calle convertidos en fuerza motriz, ya no habrá nadie que
hable de pacificación sino de salvar el cuero. Yo que siempre he sido un estúpido
pacifista no me animaría hoy a hablar de pacificación, sino de justicia. Nosotros
hemos pagado un alto precio y una contribución cuantiosa de sangre; ahora es
justo que los enemigos hagan la suya que ha de ser, en el mejor de los casos, menor
que la nuestra. Lo que sí podemos asegurar es que esto no se arregla, como quieren
los Políticos, con unas elecciones.
Que nosotros la ganamos, yo no tengo la menor duda. Todo es cuestión de tiempo.
Se trata de un conflicto de opinión y a esta clase de conflictos no se los arregla sino
de una manera: dejando decidir a la opinión. La fuerza puede postergar esa
decisión, puede retardarla, pero no puede resolverla por sí. Nuestro Pueblo está
firme en sus trece y no habrá fuerza capaz de doblegarlo; ello hace que este asunto
esté ganado a corto o a largo plazo.
El panorama argentino de este momento está terriblemente variado, como
consecuencia de la gran cantidad de traficantes que se entrecruzan para negociar y
sacar ventajas; pero, en lo fundamental solo cuentan unos cuantos infelices a
quienes las circunstancias de que otros más infelices que ellos se encuentran en el
gobierno les han hecho creer que ellos pueden ser gobernantes de la Argentina que
surja de esta terrible encrucijada. La canalla dictatorial busca un escape político
que le cubra las espaldas y les asegure el cogote en tren de perderlo. Bengoa y su
corte de traidores quiere hacer una revolución, poner un títere en el gobierno para
que por medio del fraude o del engaño le brinde la Presidencia Constitucional que
ha de surgir de esta inconstitucionalidad; los radicales, peleados y ventajeros como
siempre, están tentando una alianza con el peronismo para lo cual ya nos han
tanteado con mano lerda para una fórmula mixta radical peronista. Usted ve, todos
quieren sólo el gobierno que ha de surgir de los despojos que deje la canalla
dictatorial; pero ninguno ha dicho una palabra del Pueblo que es, en última
síntesis, quien ha de decidir. Pero ellos luchan por sus ambiciones y deseos sin que
el Pueblo tenga nada que ver con sus cálculos y proyectos. Así es todo ¡ Y quieren
ganar. . . !
Estos idiotas conservadores y clericales creen todavía que pueden ganar algo de
esta aventura siniestra pero, los destinos nuestros como los destinos del mundo se
decidirán todavía en Volga o en el Rhin y no en el Río de la Plata. En este mundo
convulsionado en que nos ha tocado vivir se está dilucidando el signo que ha de
presidir la ideología del Siglo XXI que no será sin duda —porque la historia no
retrocede—, la democracia imperialista y capitalista del siglo XX de los
anglosajones, sino las democracias populares, que las haremos nosotros o las harán
los comunistas. Baste mirar lo que ha pasado en el mundo en esta primera mitad
del siglo XX, para poder deducir lo que ocurrirá en la segunda. Hace cincuenta
años los comunistas eran cuatro tirabombas. Después de la primera guerra ya eran
doscientos millones y veintiocho millones de kilómetros cuadrados (es decir
Rusia); cuando terminó la segunda guerra su influencia y dominio se extiende a las
tres cuartas partes del mundo y a unos 2.500 millones de los 3.500 que el mundo
tiene. Si no veamos: 200 detrás de la cortina en Europa, más 200 millones de rusos
son cuatrocientos y 600 millones de chinos son mil millones. A ello se agregan 200
millones de indochinos, polinesios, vietnameses., etc., que con los 800 millones de
hindúes suman ya dos mil millones. Si a ellos se agregan los árabes llegaremos
pronto a los 2.500 millones. El mundo occidental “libre” queda reducido a solo
1.000 millones penetrados, infiltrados y casi dominados por los comunistas. Si no
sucede un milagro, antes de treinta años el mundo será comunista lo querramos o
no. Por eso digo que si a los conservadores y clericales argentinos no los colgamos
nosotros a corto plazo, los cuelgan los comunistas a largo plazo. Lo que sí podemos
afirmar es que esos no se salvan de la cuerda y del árbol. A lo mejor los colgamos
entre los dos. . .
Eso le explicará que hace diez años, cuando yo hice la apreciación de estos
problemas para fijar nuestra doctrina, no me equivoqué. Todo esto lo dije yo en
aquel entonces, y llegué al convencimiento de que la liquidación del imperio
anglosajón (…) había que prepararse para sobrevivir, cualquiera fuese, instancia
que sobreviniera. Así como hemos vivido un siglo bajo la férula del imperialismo
capitalista, podremos vivir otro siglo bajo la comunista. El secreto está
precisamente en no enfrentar la destrucción en defensa de un sistema anacrónico
que nos ha explotado y escarnecido durante más de un siglo. Que nos importa a
nosotros si esos miserables han de hundirse, con tal que nosotros sigamos flotando,
sobre todo si pensamos que nuestros días se acercan con la misma velocidad que
los de ellos se alejan y para siempre.
Dentro de ese panorama me encanta estar en la situación nuestra y no en la de
ellos. Nosotros nacemos en los momentos que estamos preparando el entierro de
nuestros enemigos, que sabemos que sucumbirán irremisiblemente exterminados
por nuestra mano o por la mano del destino que, para desaparecer, lo mismo da.
Cómo puede haber peronistas tan estúpidos que estén pensando en pactos y
soluciones. Solo un tarado puede pensar así. Menos mal qué todos esos “ingenuos”
sucumbirán víctimas de su propia incapacidad y estupidez, lo que será mejor
porque en nuestros días ni un bruto ni un estúpido merece vivir, aunque simule
muy bien lo contrario. Nuestra posición es una sola, se la mire de donde se la mire:
la intransigencia absoluta.
La lucha política es, en último análisis, la lucha de dos voluntades. En ella vence el
que dispone de una más firme y decidida voluntad. De allí surge la necesidad de
mantenernos hoy más que nunca firmes e intransigentes. Sobre todo sabemos que
a la corta o a la larga vamos a vencer. Ni dar escape a la canalla dictatorial ni
ayudar al traidor de Bengoa, ni aliar con los radicales también en el fondo traidores
de su pueblo. Todos esos son ya resaca en el temporal que se aproxima; irán a
servir de bosta para abonar las nuevas formas que están naciendo y que florecerán
mañana.
Me alegra que esté ligado a Colom porque aun cuando es medio soñador algunas
veces, es leal y es vivo, cuando no ve lo intuye, pero en su corazón no encarna la
traición ni la defección a la causa. De los demás que están allí le recomiendo a
Antonio Rodríguez, el ex-intendente de Vicente López, que es un muchacho
macanudo y cabal. Hay otros que son buenos y le ruego que usted me complete el
panorama allí con la posición que dada uno tiene, porque me es indispensable para
ir organizando el conjunto. Nosotros hemos organizado Comandos en todos los
países que podemos para ir neutralizando a la dictadura, y el conocimiento de los
hombres nos es indispensable. Por eso le pido este favor.
Yo pienso trabajar aquí a fin de dedicar un poco de dinero a los compañeros que
necesitan para vivir en el exilio y no tienen condiciones para ganarse la existencia.
Ya dediqué a eso todos los fondos que como autor me corresponden por la
publicación del libro’ “La fuerza es el Derecho de las bestias”, en Chile, Perú,
México, Cuba, Colombia, Brasil Europa, etc. No es mucho pero una ayudita para los
primeros esfuerzos. . .
Le ruego que salude a los compañeros que se encuentran en esa y acepte un gran
abrazo de su amigo.
Juan Perón

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