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Congreso de cooperativas de trabajo

Compañeros:
Yo quiero en primer término, agradecer a los compañeros dirigentes que hayan
tenido la amabilidad de invitarme a la clausura de este Congreso, porque me dan la
inmensa satisfacción de poderles saludar personalmente.
No es un secreto ni es tampoco una cuestión que no se sepa perfectamente bien,
cómo el gobierno, a través de su planificación y de su propia acción de todos los
días, apoya e impulsa el desarrollo del cooperativismo en nuestro país.
El cooperativismo organizado tiene para nosotros y para nuestra doctrina un
punto de partida básico. Nosotros hemos traído un sentido distinto del que tenía
nuestro país en el desempeño de sus gobiernos para el desarrollo de su acción
política, social y económica. Hemos demostrado a través de obras y de hechos que
no somos unos cuantos políticos más que venimos a seguir usufructuando de una
situación política en nuestro beneficio o en el del sector que representamos.
Nosotros hemos querido dar a nuestra acción de gobierno la sensación real y
efectiva de que no nos interesan los círculos, los sectores o los partidos: nos
interesan la Nación Argentina y el pueblo argentino. Por esa razón es que nos
hemos preocupado de dar ya una orientación definida al pensamiento básico de la
Nación a través de una doctrina. Los políticos generalmente no quieren crear
doctrinas porque éstas son obligaciones que contraen y que los atan
definitivamente al cumplimiento de su deber, y ellos prefieren cualquier cosa
menos cumplir con su deber. Los políticos siempre decían cosas complicadas para
que nadie las entendiese demasiado bien y los obligara a cumplir lo prometido, lo
que no harían, por otra parte, aunque lo hubiesen prometido realmente.
Nosotros hemos terminado con ese tipo de políticas escurridizas y escabrosas, y
hemos fijado bien claramente qué nos proponemos realizar, cómo nos proponemos
realizarlo y cómo lo vamos realizando a la luz de esa doctrina que hemos lanzado
como idea inicial de nuestras realizaciones. De ahí que nos resulte fácil hablar
frente a una agrupación de hombres de buena voluntad que se organizan con una
finalidad determinada cual es el Cooperativismo, y podamos con toda llaneza y
franqueza expresar nuestro punto de vista como gobierno ante ellos. Nosotros
como dije, servimos intereses del pueblo argentino, y si un sector de ese pueblo en
una actividad resuelve reunirse para realizar por sí una acción social y una acción
económica, está dentro de nuestra doctrina, porque es la misma que propugnamos
nosotros, ya que no servimos a un sector político ni a un círculo político: servimos
al pueblo argentino del cual ese sector es una parte.
Distinto sería si nosotros, en vez de servir al pueblo argentino, sirviéramos a los
grandes consorcios capitalistas que funcionan dentro del pueblo argentino. Esa ya
es harina de otro costal. Si sirviéramos sus intereses no tendríamos más remedio
que estar en contra de los intereses que ustedes defienden, porque casualmente
ambos intereses están en contraposición.
Por eso nosotros podemos hablar con toda sinceridad y con toda lealtad, ya que
no servimos los intereses de los consorcios y, en consecuencia, no estamos, en esta
ocasión, obligados a defender sus intereses. Ahora, es indudable que frente a los
grandes consorcios capitalistas de la producción está apareciendo un competidor y
no tengo la menor duda que ellos lo van a combatir como tal, pero no es tarea del
gobierno el ayudar a ese tipo de combate contra la producción que hombres
laboriosos y de empresa quieren realizar en conjunto.
Cuando nosotros establecimos nuestra doctrina a este respecto, hemos dicho que
apoyaremos y que ayudaremos en toda forma la acción cooperativa, tanto en lo que
respecta a las cooperativas de producción, que están en plena marcha y
organización en todo el país, cuanto en lo que se relaciona con las cooperativas de
consumo, que también están en plena ejecución en todo el país, como asimismo a
las cooperativas de trabajo, que son una forma que ustedes están encarando para
realizarla.
Este tipo de cooperativa de trabajo es una de las formas de cooperativas de
producción. Por eso el gobierno no solamente la ve con simpatía, sino que pondrá
toda su influencia y toda su ayuda para servirla de la mejor manera.
La cooperativa de trabajo, siendo una de las formas de la cooperativa de
producción, realiza una acción conveniente al país, situación que surge de un
rápido análisis. En primer lugar, nosotros decimos que en estos momentos es
necesario producir, producir y producir y asociándose ustedes para producir,
encuadran perfectamente dentro de la doctrina que el gobierno propugna como un
bien público. En segundo lugar, nosotros hemos sostenido, cuando hablamos de la
economía, que el justicialismo propugna la capitalización del pueblo. Esto es rápida
y simplemente explicable. Cuando nosotros llegamos al gobierno nos encontramos
con una organización de neto corte capitalista en la economía argentina. ¿Y cuál es
la organización económica de carácter capitalista en el mundo? Una comunidad
dentro de la cual se ha capitalizado un cinco o diez por ciento, mientras un noventa
o noventa y cinco por ciento está descapitalizado. Es la descapitalización del pueblo
y la capitalización de un pequeño sector constituido por las grandes empresas de
producción, de industrialización y de comercialización, que son las tres actividades
que hoy capitalizan. En otras palabras, el noventa y cinco por ciento de la población
es tributario de esas empresas encargadas de la capitalización. El fenómeno lo
hemos visto nosotros. Cuando una empresa andaba medio mal, lo que se hacía era
rebajar los sueldos. Decían: hay crisis, hay que rebajar los sueldos; y rebajaban los
sueldos a todos para poder capitalizar a las empresas.
Nosotros recibimos ese estado de cosas. Podríamos haber hecho un inventario y
hubiera resultado simplemente una comunidad dentro de la cual el noventa y cinco
por ciento era pobre, y el cinco por ciento era rico, inmensamente rico en sus
sociedades y en las capitalizaciones de sus empresas.
El Justicialismo está en contra de esa concepción. Porque como ustedes pueden
ver, en aquel sistema está toda la economía de un pueblo al servicio de la
capitalización de un cinco por ciento de su población, en las empresas
capitalizadas. Esas empresas capitalizadas son las que producen los impuestos,
porque al resto de la población ¿Que le va a sacar?: impuestos. ¿Y de dónde?
Estaban los impuestos a los réditos, a la producción, a las rentas, a la exportación, y
de allí salían los presupuestos para los gobiernos capitalistas. Ese es el sistema que
emplean en el mundo entero. Al resto del pueblo le sacan algunas moneditas, de los
cigarrillos, etc., que es lo único que le pueden sacar.
Con eso, el sistema capitalista estructuró sus posibilidades estatales y sus
posibilidades nacionales en la economía. Nosotros no estamos con eso; hemos
recibido esas empresas capitalizadas y no queremos descapitalizarlas. Ese sector
del cinco por ciento, que ya está bastante bien, lo vamos a dejar, no lo vamos a
descapitalizar; pero de ahora en adelante nos vamos a ocupar para que ese noventa
y cinco por ciento descapitalizado comience a capitalizarse paulatinamente.
Para capitalizarnos, debemos comenzar por saber qué es la capitalización. La
capitalización es el ahorro acumulado, en acción económica. Todo lo que vamos
juntando con el producto del trabajo, del negocio, del esfuerzo, se va juntando y va
formando una empresa de acción, empresa que va aumentando en sus medios
económicos, vale decir, se va capitalizando.
A este pueblo un tanto anémico que nosotros recibimos – anémico
económicamente, y algunas veces físicamente –, le vamos a poner los medios para
que pueda irse capitalizando paulatinamente. Vale decir, vamos a permitirle, a
través de una conveniente remuneración de su esfuerzo, los medios económicos
necesarios para que si él ahorra pueda ir juntando también su capital, capital que
se traduce en ahorro directamente; en ahorro metálico o de dinero, en ahorro,
diremos, de bienes del capital –maquinarias, vehículos, etc.-, en bienes raíces –
casas, etc. -. Y eso es capitalización individual y voluntaria también. Esa es una
clase de capitalización.
La otra es la capitalización obligatoria que nosotros hacemos a través de las cajas
de previsión social, donde mediante un aporte mensual, el hombre va también
formando un gran fondo que es el que le permite pensar que, cualquiera sean las
circunstancias de su vida futura, cuando llegue a cierta altura en la que ya no pueda
trabajar, que no pueda seguir afrontando los riesgos del trabajo, se pueda retirar a
su casa, y mediante ese ahorro de toda su vida, que ha sido obligatoriamente
descontado a través de los servicios de previsión social, pueda tener el sustento
necesario, pero es también una forma de capitalización del pueblo, porque toda esa
plata que se junta es del pueblo. Allí, en la Caja, no figura de quien es. Es de todos,
en la proporción en que ellos han aportado para ahorro. De manera que si a estos
sistemas se agrega ahora que los hombres de buena voluntad que tienen sus
ahorritos quieren ampliarlos para hacer sus propias empresas y comenzar, también
ellos, a producir, a través de una cooperativa de trabajo, pero ¡bendito sea Dios, si
eso está netamente dentro de la doctrina peronista! Eso quiere decir que ustedes no
esperen solamente a que nosotros, Gobierno, a través de la previsión social y a
través de medidas de distinto orden, los vayamos capitalizando en bienes de capital
o en bienes raíces o de distinta naturaleza, sino que ustedes hacen como dicen los
cristianos: que Dios los va a ayudar, pero ustedes deben ayudar un poco a Dios.
No deseo abundar en fundamentos, pero ustedes ven que este tipo de
organizaciones populares están en la médula misma de nuestro justicialismo. En
otras palabras, el Gobierno no sólo tiene que apoyarlos y ayudarlos, sino que tiene
que agradecer, porque ustedes están realizando, precisamente, lo que él defiende
básicamente al establecer la doctrina peronista: que nuestra función económica es
capitalizar al pueblo. Así vamos cumpliendo la base de nuestra doctrina, vale decir,
que el capital esté al servicio de la economía y está al servicio del bienestar social
que es lo que ustedes están realizando a través del Cooperativismo.
Además de eso, compañeros, cuando nosotros hemos luchado contra el
individualismo, no lo hemos hecho porque el individualismo represente para
nosotros una palabra poco simpática. Lo hemos hecho porque sabemos que el
individualismo es la base del sistema capitalista y que cuando queremos destruir al
sistema capitalista tenemos que empezar por destruir la causa, que es el
individualismo.
El sistema individualista sostiene que la sociedad debe ofrecerle a él una
comunidad libre para que él haga lo que se le ocurra, a fin de encumbrarse y
valorizar su actividad. Si eso está contra la comunidad a él no le interesa. El ha
erigido un altar al dios que es él, se ha colocado él en ese altar, y a los demás que los
parta un rayo. Por esa razón vemos a lo largo del mundo entero, donde el sistema
capitalista ha entronizado al individualismo, que los países están sucumbiendo.
Algunos individuos han triunfado y están ricos en ese sistema pero el país se está
hundiendo. Y vamos a ver el final, cuando se hunde el país, si él va a quedar
flotando. Esa es la realidad. Yo he comparado esto muchas veces con un barco que
sale de un puerto y va a otro. Si en el viaje el barco se hunde, no creo que por bien
que viaje alguno de los pasajeros ese pasajero se vaya a salvar. Seguramente se va a
hundir con el barco. En la comunidad es exactamente lo mismo. La comunidad es
un barco en el cual vamos todos navegando. Dios nos libre si el barco se hunde,
porque si vamos en él no la vamos a sacar muy bien.
De manera que nosotros hemos fijado, en el concepto justicialista de la Nación,
que el principio indispensable es que para realizar a cualquiera de sus componentes
es necesariamente previo realizar la propia comunidad.
Nosotros no creemos que en una comunidad que sucumba, puedan algunos
de sus componentes salir airosos. Nosotros creemos que todos debemos luchar
para que la comunidad realice sus fines y dentro de esa comunidad, que se realiza a
sí misma, podamos realizarnos cada uno de nosotros. Esto es una cosa tan simple y
tan natural que nadie la puede discutir. Es imposible pensar que el egoísmo del
hombre lo haya llevado a la ceguera absoluta de luchar por hundir la comunidad en
que él vive, a fin de realizar sus fines de egoísmo y avaricia.
Por eso, fijada esta base, para nosotros es simple y es fácil comprender por qué
nosotros tenemos un profundo sentido cooperativista. Por qué la cooperativa hace
en la esfera de la acción que le es propia lo que nosotros tratamos de hacer en toda
la Nación. Cuando una cantidad de personas se unen y fundan una cooperativa,
luchan todos para que triunfe esa pequeña entidad cooperativa, porque saben que
triunfando cada uno va también con una pequeña parte en los beneficios
económicos y de todo orden que la misma produce. La cooperativa es en pequeño
lo que el Estado Justicialista piensa y quiere hacer en conjunto. Por esa razón,
cuando algunos se preguntan por qué apoyamos el Cooperativismo, debemos
contestarles que el Cooperativismo es el reflejo del Justicialismo.
Por eso, recapitulando todo cuanto he dicho, ustedes pueden estar
absolutamente persuadidos de que no solamente los apoyaremos en forma moral,
como decían antes los políticos, sino materialmente, que es el verdadero apoyo que
se debe prestar.
Indudablemente, no es suficiente con tener la buena intención para hacer las
cosas, sino que es menester también empeñarse para realizarlas bien. No es
suficiente con tener el sentido cooperativista, sino que es menester tener la
capacidad para hacerlo triunfar, y eso es una cosa más difícil. Una cosa es lo que
uno siente y otra es lo que uno es capaz de realizar. Muchos sienten cosas muy
lindas, pero no son capaces de realizarlas, y entonces es lo mismo que si no la
sintieran. En este sentido, nosotros venimos observando un amplio espíritu de
capacitación, sin el cual no pueden andar estas cosas. Las cooperativas, cualquiera
sea el campo de su acción, tiene una misma finalidad. Nosotros venimos
observando la inquietud y el gran interés que hay en hacerlas funcionar, pero es
necesario no olvidar que la base del éxito cooperativo es la organización, sin la cual
el asunto no puede andar bien.
El segundo aspecto es la capacitación. No se trata sólo de reunir, dado que son
organismos que después se extienden mucho y se hacen muy grandes y para
poderlos manejar bien resulta una tarea un poco difícil; se extienden mucho en el
espacio y en el tiempo y uno organiza una cosa y marcha bien y tiene su capacidad
hasta cierto punto, pero más allá se le empiezan a complicar las cosas y comienza a
tener trabajo. Así se encuentra un día con una organización que creía que iba
paulatinamente bien, y luego se viene abajo. ¿Por qué? Porque no estaba bien
montada. Yo he visto muchos de esos casos, por eso me aventuro a aconsejarles.
Es necesario reunir gran número de hombres capacitados y después crear las
organizaciones propias para capacitar a los demás, todo cooperativista para que sea
útil no solamente debe poner plata sino que también debe poner su capacidad para
defender esa plata. Todas las capacidades son pocas dentro del sentido
cooperativista. No es un cooperativista el que pone la plata aunque sea mucha, si él
no da un poco de su saber y de su capacidad para hacer triunfar a la empresa. Así
como entra un día esa plata, puede salir en cinco minutos.
Estos aspectos de la organización y de la capacitación en el cooperativismo son
cuestiones fundamentales. Lo demás todo tiene remedio. Una mala organización
que se hace en el comienzo no se vuelve a corregir bien durante toda su vida. Una
falta de capacitación se hace sentir al principio y se hará sentir también hasta el
último día de la existencia de esa cooperativa. Algunos dicen que las cooperativas
han fracasado porque el sistema capitalista reinante las aplastó en la acción de
todos los días. Eso es cierto, pero lo es solamente en parte, porque si estas
organizaciones hubieran tenido gente altamente capacitada y una buena
organización, hubieran destruido a los otros y no se hubieran dejado destruir.
Con todo esto quiero decir que el trabajo y el triunfo de ese trabajo cooperativista
no solamente estriban en que realicemos la acción cooperativista, como así
tampoco en que todos los días nos ocupemos de los negocios que están dentro de la
organización cooperativista, sino que es necesario también luchar. Esa es ya una
cuestión más difícil. Actuar cooperativísticamente no implica solamente la
administración y la conducción de una empresa cooperativa, sino que también
significa hacerse ducho, actuar en la lucha, porque no hay lugar a dudas que hoy
mismo hay una lucha contra el Cooperativismo, lucha sórdida, porque saben que el
Gobierno lo apoya, y no lo pelean de frente, sino de abajo.
De manera que con esto completaríamos lo que en mi concepto, lo vengo
observando desde hace mucho tiempo, son las condiciones básicas que son
necesarias asegurar en el orden de la organización cooperativista.
Primero, una buena organización, sin la cual no vamos a ninguna parte; segundo,
un alto grado de capacitación, especialmente en los hombres dirigentes, sin que los
realizadores de una cooperativa olviden que la capacitación de ellos es un gran
factor de éxito, y tercero, una capacitación de lucha y una disposición a luchar
todos los días para subsistir y para vencer en el campo gremial.
Estas tres condiciones deben estar intrínsecamente afirmadas dentro de las
cooperativas, sean estas de primero, segundo o tercer grado. Todas las
cooperativas, en sus distintos estados de organización y de centralización, tienen
que estar perfectamente convencidas de que esas tres cuestiones hay que
mantenerlas todos los días en permanente acción, en decidida acción, y sobre todo,
en eficiente acción.
No hay duda que las ventajas de las cooperativas residen en tener también el
apoyo del sistema. Antes, una cooperativa en el sistema capitalista era una
excrescencia fuera de los órganos naturales del sistema; era una introducción
extraña. Ahora, en nuestro sistema, esto es natural; lo extraño es lo otro. Todo esto
trae una ventaja natural. Pero el ideal que nosotros sostenemos es que en nuestro
país, el sentido y el sentimiento de la organización de todas las actividades, en lo
social o en lo económico, vaya tendiendo cada día más a los organismos colegiados
de acción económica y social, porque solamente en la actuación común y de
conjunto de diversas organizaciones de este tipo, estriba precisamente la
desaparición de un individualismo que nosotros combatimos y combatiremos
desde todos los ángulos y en todos los momentos de nuestra acción gubernamental.
Esto, traducido al lenguaje práctico de todos los días, querría decir lo siguiente: que
nosotros, desde el gobierno estamos listos para dar preferencia a estos tipos de
organización en la acción efectiva de nuestra economía. En otros términos, ustedes
necesitarán maquinarias diversas, bienes de capital. Nosotros daremos preferencia
a las organizaciones cooperativas sobre todas las demás.
Esto es una cosa que se explica naturalmente por nuestro sistema y, mucho más,
por la justicia que debe presidir nuestras decisiones. Antes de favorecer al señor
Juan Pérez, a su señora y a sus hijos, prefiero favorecer, por una acción de
gobierno, a cientos de miles de Juan Pérez que están distribuidos en todo el país.
Creo que esto es bien justo y bien lógico, si se interpreta como nosotros
interpretamos la acción de gobierno. El pueblo nos ha puesto aquí no para
favorecer a nuestros amigos y allegados, sino a todos los amigos que son cada uno
de los que componen el pueblo argentino. Siempre digo a mis funcionarios que mi
mejor amigo es el pueblo argentino y que cuando con una medida de gobierno
quiero favorecer a un amigo, elijo siempre el mejor amigo, que es el pueblo.
Yo he querido hacer esta disquisición de orden general, para que ustedes tengan
la sensación real de cómo nosotros, desde el gobierno, encuadramos la acción
cooperativa que en todo el territorio de la República radica en los diversos
ministerios que componen el Estado. Si se trata de cooperativas de producción, la
tarea más difícil que tienen es la de acopiar y negociar su producción, y en ese caso
nosotros nos ponemos en contacto directo por intermedio del ministerio de
Comercio Exterior, que es el encargado de la comercialización y el acopio de los
granos. Si se trata del transporte, tomamos contacto por intermedio del ministerio
de Transportes que es el encargado de transportar la mercadería desde los lugares
de producción hasta el puerto. De esa manera, todos los organismos estatales
toman contacto con las cooperativas para servirlas, que es como nosotros
entendemos la acción del gobierno. Toda la organización que paga el pueblo debe
servirlo.
Pero, además, yo he querido mantener siempre un contacto directo con las
organizaciones de este carácter. Por eso, desde el ministerio Técnico de la
Presidencia de la República, que es el organismo que dirige toda la organización
nacional, tenemos contacto con las cooperativas. Por eso yo le he pedido al señor
ministro técnico que nos hiciera hoy el regalo de su presencia en este acto, para que
todos los cooperativistas sepan que en la Casa de Gobierno, además de la acción
directa de los ministerios, tienen en cualquier momento el asesoramiento orgánico
de planificación y de racionalización que necesiten y el apoyo para cualquier acción
que emprendan, sea económica, social o política.
En otras palabras, coincidiendo en forma absoluta con nuestra manera de
sentir y de pensar, como así también con nuestro modo de gobernar, nosotros
estamos dispuestos a prestar a la organización cooperativa la mayor de todas las
cooperaciones, en todos los momentos y en todas las circunstancias, porque
entendemos que la acción cooperativa puede solucionar el noventa por ciento de
los problemas que se presenten.

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