Logo-ARCHIVO-PERONISTA-celestex500px-1

Día del Trabajador

1 de mayo de 1953

Hace apenas quince días la sangre generosa de cinco compañeros fue vertida en
esta plaza por la mano traidora de la reacción. Esa misma traición, servida
desde el interior, a sueldo desde el exterior, pretende alterar el orden en la
República. Ellos creen que a un pueblo como este se lo puede asustar con
bombitas. Esa creencia solo puede albergarse en la mente retardada de los
estúpidos de afuera. Los de aquí saben bien que eso no es posible. Pero ellos son
unos vivos que para seguir disfrutando de los dólares que reciben continúan
haciendo ruido.
Por eso, compañeros, los radicales, autores -según parece- de esos cinco
asesinatos, han producido su consabida declaración, su consabido manifiesto de
siempre. En él repudian que el pueblo les haya desocupado la covacha inmunda
de sus porquerías. También repudian que hayan destruido otros edificios, pero
olvidan que cinco trabajadores argentinos han perdido la vida. Para nosotros,
los hombres del pueblo, vale más la vida de un trabajador que todos los edificios
de Buenos Aires.
Compañeros: Sabemos quiénes están detrás de todo esto. Pero ellos han de
persuadirse algún día, que a nosotros nos sobra lo que a ellos les falta y quizás el
destino ha de darnos la satisfacción de presenciarlos disparando cuando
nosotros pongamos el pecho a los acontecimientos que vengan.
No conocen al pueblo argentino; no conocen a los pueblos. La lección que este
maravilloso pueblo de la patria ha de darles a propios y extraños, ha de perdurar
en la memoria de los pueblos que se sientan dignos. Cuando un pueblo está
dispuesto a morir por su dignidad, es un pueblo invencible. Y, compañeros, lo
que está en juego en este momento es la dignidad de la misma patria. Así como
en épocas todavía recordadas le hicimos morder el polvo de la derrota a Braden,
así haremos morder el polvo de la derrota a todos los Bradenes que vayan
saliendo.
Compañeros: La conciencia social de la clase trabajadora argentina ha
despertado ante los ojos admirados del mundo, que la observa, o con simpatía o
con temor, porque ve en ella el ejemplo de la liberación de millones de esclavos
que sufren bajo el látigo del capitalismo o del comunismo.
Compañeros: No hemos de cejar en nuestra empresa. He dicho muchas veces
que es clara nuestra divisa, y las divisas claras se defienden con la vida en un
puesto de combate. Cada trabajador argentino está en su puesto de combate
para consolidar la liberación del pueblo trabajador argentino y, si es preciso,
para luchar por la liberación de todos los pueblos trabajadores del mundo.
Antes las luchas se organizaban en los países. Antes eran las fuerzas del
capitalismo en lucha despiadada con la masa popular explotada y escarnecida.
Hoy los pueblos trabajadores del mundo están abriendo los ojos. Hoy los
pueblos trabajadores del mundo comienzan a tener conciencia de su poder.
Quiera Dios que se organicen. Quiera Dios que se organicen y se unan para
adquirir la fuerza extraordinaria que han tenido, tienen y tendrán en esta tierra
de los argentinos.
Por eso, los trabajadores argentinos soñamos con pueblos que hayan despertado
a su destino histórico, con pueblos a cuyo frente las banderas de cien patrias
diferentes los conduzcan a la liberación del proletariado universal, como única
meta que este siglo no perdonaría a la humanidad de no haberla alcanzado.
Esta es la hora para lanzar nuevamente al mundo la sagrada frase de la
liberación, diciendo en todos los idiomas de tierra: Trabajadores del mundo,
uníos!
Compañeros: Sabemos de dónde viene el golpe. Ante estas ideas todos las
pueblos saben de dónde viene el golpe. Pero lo hemos parado y ahora se lo
vamos a contestar. Pero lo vamos a contestar inteligentemente. Ellos quieren
que aquí, donde decimos estas cosas que les hacen cosquillas en la cartera, se
produzca un desorden.
Entonces ellos aprovechan por medio de sus agencias noticiosas para repartir
por el mundo que la República Argentina es un caos.
Pero no les vamos a hacer el juego. Cuando ha habido que pegar fuerte, ustedes
me han dejado pegar a mí. Ahora, como siempre, le pido a mi pueblo “la
bolada”. Yo les he de pegar donde duele y cuando duele.
Por eso, yo pido que me dejen actuar a mí. Que no actúen ustedes en forma
colectiva, porque eso les da lugar a decir que vivimos en el más absoluto
desorden y que aquí no hay gobierno. Yo les pido, compañeros, que no quemen
más, ni hagan nada más de esas cosas porque cuando haya que quemar voy a
salir yo a la cabeza de ustedes a quemar. Pero, entonces, si eso fuera necesario,
la historia recordará de la más grande hoguera que ha encendido la humanidad
hasta nuestros días.
Compañeros, hoy como siempre, la bendita fiesta de los trabajadores nos
encuentra unidos, de corazón a corazón, en un pueblo dispuesto a dar la vida
por PERON y en un PERON dispuesto a dar mil vidas por su pueblo.
Los que creen que nos cansaremos, se equivocan. Nosotros tenemos cuerda para
cien años. Por eso, hoy, el Día del trabajo, debemos juramentarnos todos los
trabajadores para vencer, cueste lo que cueste y caiga quien caiga. Que para ello
nos sirva de acicate el recuerdo del crimen de Chicago y los miles de crímenes
que se están planteando en sus cercanías.
Hagamos, en nuestro recuerdo, un lugar para todos los trabajadores que en la
historia del mundo han muerto luchando por la causa del proletariado; hagamos
un recuerdo en cada corazón proletario, en forma de altar, para esos hombres
rudos, valientes e idealistas, que supieron dar la vida por sus compañeros.
Que cada Primero de Mayo sea para nosotros un altar levantado en cada
corazón para revivir la memoria de los que murieron en defensa de los pueblos,
esos héroes anónimos que nadie recuerda porque han sido abandonados en la
lucha anónima de todos los días. Para ellos, nuestro reconocimiento; para ellos,
el mejor recuerdo de nuestro corazón de hombres de trabajo y de hombres
buenos.
Compañeros: en todas las plazas de la República se estrechan hoy los brazos
musculosos y las manos callosas de nuestros hermanos trabajadores. Vaya para
ellos lo mejor que tenga mi corazón de argentino y de trabajador, orgulloso de
poderme entremezclar en lo mejor que tiene la patria, su maravilloso pueblo,
que en la lucha de todos los días en los talleres está construyendo la grandeza de
esta bendita patria.
Para ellos mi abrazo fraternal y amigo; para ellos mi juramento inquebrantable
de que he de morir cien veces antes que traicionar la causa que ellos han puesto
en mis manos y en mi corazón.

#

NOTAS RELACIONADAS

LOS MÁS CONSULTADOS

TE PUEDE INTERESAR

Acuerdo Perón-Frondizi

Con el fin de encontrar una salida a la actual situación de la República, promover la convivencia normal de los argentinos, poner fin a la política económica y social llevada a cabo a partir del 16 de setiembre de 1955, que ha significado un marcado sometimiento de la Nación y un progresivo empeoramiento de las...

Discurso de Cooke en el Congreso Nacional

Podrá el diario en cuestión estar perfectamente a salvo en el aspecto legal; podrá haber cuidado las formas en todas sus actividades pero como diputado revolucionario y como hombre que tiene la costumbre de decir las cosas tal como las siente, afirmo que el diario La Prensa tiene contraída con el pueblo de la República...

CONTACTO

Links de interés

Piloto de Tormenta