Agradezco emocionada las palabras que acaban de pronunciar la delegada de la
Capital, la secretaria de la Junta Metropolitana Femenina, la señora subcensista
en representación de todas las compañeras, el señor ministro de Industria y
Comercio, que me ha emocionado profundamente, el doctor Cámpora y el
compañero Espejo. Han estado aquí representadas las mujeres Peronistas de la
Capital, el Poder Ejecutivo, la Cámara de Diputados, y las fuerzas todas del
trabajo por medio del Secretario General Confederación del Trabajo. Qué más
puede ambicionar una humilde mujer que ha abrazado la causa de los
trabajadores, de los humildes de la patria, que se reúna un grupo de mujeres y
de hombres de bien para levantar sus copas y brindar por una fiesta que se
refiere a mi persona. Ustedes me colman de felicidad en mis sentimientos de
mujer, al saber que aquí se ha tendido una mesa de amor, de camaradería, de
solidaridad.
Agradezco emocionada todas las palabras que se han pronunciado, como
asimismo a las compañeras del Partido Peronista Femenino, por el Distrito
Capital, por este acto simbólico, porque nos sirve también para estrechar
vínculos, para aunar opiniones y para conocernos mejor, en esta empresa que
hemos iniciado de colaborar y apoyar al General Perón. Y ya que él tiene como
columna vertebral a la clase trabajadora, nosotras queremos ser una de las
vértebras de esa columna maravillosa sobre la cual se apoya, respalda y con la
cual trabaja tan tranquilo el General Perón.
Al aceptar de la Asamblea Nacional de Mujeres la inmensa responsabilidad de
presidir este movimiento, lo hice porque pretendía, y pretendo, tratar de unir a
todas las mujeres Peronistas, y canalizar esa fuerza extraordinaria del
Peronismo por el camino de las fuentes creadoras, dignificadoras y grandiosas,
por el sentido patriótico de la doctrina Peronista. La responsabilidad era
grande; no lo ignoraba, pero la acepté. Y quiero que todas las mujeres del país
sepan, una vez más, que Eva Perón ama entrañablemente a todas las Peronistas,
a todas por igual, y aún más a aquellas que desde los más lejanos rincones de la
patria trabajan con su corazón puesto al servicio del Líder de la Nacionalidad, el
General Perón.
Aprovecho esta oportunidad para darles un consejo, no solo a las mujeres
Peronistas del Distrito Capital, sino a todas las Peronistas de la República,
subcensistas y censistas de todo el territorio de la Patria. Ustedes tienen una
gran responsabilidad, como bien lo dijo el compañero Espejo: la
responsabilidad de comprender a todas las compañeras, la de tratar de acercar a
la dirección del Partido a todas los elementos capaces, Peronistas de verdad, que
vengan con el espíritu de sacrificarse y poner a contribución sus fuerzas en pro
de esta causa de la nacionalidad. Deben ser tolerantes, porque hay que tolerar
para que nos toleren; deben ser tolerantes, porque hay que tolerar para que nos
toleren: deben ser persuasivas y llevar adelante la doctrina, y no solo predicarla,
sino practicarla con amor, con espíritu de abnegación y de renunciamiento.
Ustedes piensen que el General Perón nos dijo hace poco tiempo que nos había
dado una palanca con la cual podíamos mover el mundo y que lo importante era
saber mover la palanca. El medio lo tienen. Tienen esa doctrina, tienen a un
Líder insustituible, como es el General Perón y tienen una patria maravillosa,
como es la nuestra. Pero tienen que trabajar y sacrificarse porque nada se
consigue sino por el camino del sacrificio, de la comprensión y del amor.
Les pido a todas ustedes que cuando vean, en cualquier rincón del país, por más
alejado que sea, a una mujer que tiene un corazón bien puesto, como el del 17 de
Octubre de 1945, traten de acercarla a nuestras filas y ustedes deben
informarme de ello, puesto que yo no tengo el privilegio de estar en todos los
lugares de la Patria para auscultar a cada una de las Peronistas que trabajan en
pro de nuestra causa. Piensen que nuestro movimiento es grande y que hay
cabida para todas, para que trabajemos una para todas y todas para una. Pero
que no sea un “slogan” eso de “una para todas y todas para una”. Que eso sea
una realidad como son las realidades que nos está dando a manos llenas el
General Perón, que tiene el privilegio de amar a todas las Peronistas por igual,
sin preferencias por ninguno. Así quiero yo también a las Peronistas. Cuanto
más pequeñas más las quiero. La que a ustedes les parezca más insignificante,
es la que está más cerca de mi corazón. Esta oportunidad creo que es la primera
en que tomo contacto con las subcensistas, secretarias y prosecretarias de un
distrito como es el de la Capital Federal y la aprovecho para decirles a todas que
cualquiera, aunque ocupe un cargo de secretaria o prosecretaria, si se sacrifica
colaborando por nuestra causa, puede llegar a ser la futura dirigente del Partido
Peronista Femenino. Sacrifiquémonos; no pensemos en horarios ni en nada.
Estamos luchando por el ser o no ser de la Patria y, cuando las fuerzas físicas se
debiliten, levantamos nuestros ojos hacia la figura de nuestro Líder, el General
Perón, que está quemando su vida en aras de la felicidad de todos los
argentinos. Seamos una vértebra poderosa de esa columna de trabajadores que
silenciosa pero tenazmente, está dando a diario muestra de su fidelidad y de su
amor hacia el General Perón.
Yo ambiciono a que la rama femenina del Partido Peronista le brinde nada más
que satisfacciones, pero para ello debemos trabajar incesantemente, luchar sin
egoísmos y sabernos tolerar mutuamente. Cuando una Peronista tenga alguna
divergencia con otra, piense que hay una sola bandera; la del General Perón.
Cuando se peleen dos Peronistas, no me traigan a mí el problema porque me
causan un gran dolor. Yo quiero ser igual con todas para no ser injusta. En una
familia pueden pelearse dos hermanas, pero siempre siguen siendo hermanas.
Yo deseo que esta sea una gran familia; la familia que ambiciona el General
Perón.
Hoy, nosotras tenemos el privilegio de tener un hombre de los quilates de
nuestro Presidente y es por eso que debemos formar esta rama, que hoy se
inicia, con toda la perfección y con todo el amor que él quiere. Formemos un
partido político que encierre todas las virtudes que los mismos deben tener. Que
no sea lo que han sido en nuestro país; algo desagradable y molesto, sino que
sea un instrumento principalísimo y valiosa para la grandeza de la Patria. Esa lo
lograremos con sacrificio y colaboración.
Deseo que cada una de ustedes, en la circunscripción que representen, le llevan
a todas las mujeres Peronistas un abrazo afectuoso y este pensamiento mío, aun
a aquellas que no están dentro del partido. Lo que yo quiero decirles es que se
sacrifiquen. La que mejor colabore, la que mejor trabaje por la causa, será quien
en el futuro quede al frente del Partido. Yo quisiera que surgieran otras mujeres
de esas condiciones; lo deseo y así lo espero. Necesitamos valores femeninos
jóvenes, ya que tenemos una doctrina maravillosa y un Líder como el General
Perón. Debemos actuar en estrecha colaboración con los hombres, animadas
por el mismo ideal y constituyendo dos fuerzas paralelas que se complementen,
tras el camino que nos ha señalado el General Perón para lograr una patria
socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana.
Empecemos por ser disciplinadas. Seamos unidas; yo quiero que la mujer
argentina logre algo, que llegue, que triunfe. La señora de Perón no quiere
absolutamente nada para sí, sino que las mujeres tengan un arma poderosa en
su unidad y que sean organizadas: así triunfaremos, si no, no.
Por ello estamos constituyendo estas vanguardias del Peronismo. Ello requiere
perseverancia y hacer como el General Perón, quien encontró frente a si dos
caminos: uno asfaltado, y otra obstaculizado por una tupida maraña. Perón se
abrió paso a hachazos por entre esa selva de inconvenientes y obstáculos, hasta
entrever al fin, como está entreviendo ahora, un mañana promisorio para todos
los argentinos. El otra camino, tan fácil y cómodo, era el de la entrega, la entrega
no solo del pueblo sino de la Patria toda.
Dentro de muy poco tiempo hemos de rendir un homenaje al General Perón;
haremos bajar a todas las compañeras del inferior, para que, juntas con las de la
Capital Federal, podamos decirle, “presente, mi general”, siguiendo el ejemplo
de todos los trabajadores, que son misioneros de Perón y desde la cuna hasta la
muerte luchar por la doctrina Peronista.
Ustedes deben saber que yo estoy siempre dispuesta para aclarar cualquier
malentendido, para reanimarlas y darles confianza y fe; yo quiero ser para las
mujeres Peronistas como madre, como la hermana, que trata de comprenderlas,
de ayudarlas y de hacer que se entienden y ayuden entre ustedes mismas.
Cuando todas logremos esta unidad y este entendimiento mutuo, el General
Perón podrá dormir tranquilo su sueño de patriota, sabiendo que su sacrificio
no ha sido estéril, y que, a través de los tiempos, la doctrina Peronista se
robustecerá y engrandecerá por la obra de la sangre nueva y las ilusiones
patriotas de las futuras generaciones.
Yo levanto mi copa para brindar, no por mi cumpleaños que es simplemente el
cumpleaños de una descamisada más, sino para brindar por ustedes, por la
felicidad de todas las mujeres Peronistas argentinas, aun por la felicidad de
aquellas que viven en las regiones más lejanas del país. A todas las tengo muy
cerca de mi corazón y las estrecho cariñosamente, recordándoles que nadie debe
creerse, porque desempeñe un cargo o una función, dueña del Partido
Peronista, porque las verdaderas dueñas son las descamisadas de la Patria, las
descamisadas del 17 de Octubre de 1945. Nosotros tenemos la enorme
responsabilidad de comprender y llevar a la práctica y cristalizar los ensueños y
los afanes de nuestro Líder, el General Perón. Por el brindo, por el forjador de
nuestra nacionalidad, el General Perón. Por el brindo, por el forjador de nuestra
nacionalidad, el General Perón, y porque todos los años nos encuentre juntas.